Desde el Sur lo Diverso
Alfredo Vanín Romero
Homenaje a Estanislao Zuleta
35 años
del “Elogio a la Dificultad”
Elizabeth Castillo
Guzmán
La figura de Estanislao Zuleta
es obligada cuando repasamos los nombres de los grandes pensadores colombianos
del siglo XX, pues sin lugar a dudas su escritura y su oratoria marcaron la
mentalidad de cientos de jóvenes que acudían a sus conferencias en las
universidades de Cali, Bogotá o Medellín, o a quienes leían sus escritos
publicados en semanarios, revistas y magazines de los diarios nacionales.
Zuleta nació en Medellín en el mismo año
en que murió Carlos Gardel. Pertenece a una época que transitó entre la vieja
ciudad de pujanza arriera y la moderna capital de la montaña con sus murales de
la antioqueñidad. Creció entre la provincia y el mundo, entre libros de grandes
narraciones y una tradición oral decimonónica que celebraba el heroísmo de los
abuelos fundadores. Dejó de ir a la escuela porque necesitaba tiempo para
estudiar a profundidad a sus autores favoritos, cuya lista encabezaba Tomas
Mann. A los quince años conoció los ecos de la violencia bipartidista y sus
atrocidades. No tuvo tiempo de ir a la Universidad en su juventud, porque su
disciplina y su consagración al estudio de la filosofía, la historia y el
psicoanálisis no podían rivalizar con las exigencias de una carrera
profesional. La literatura fue su mayor fuente de conocimiento sobre la
humanidad. Los amigos y los estudiantes su mejor audiencia para debatir la
realidad social y buscar entenderla.
Por sus actuaciones intelectuales y
políticas Estanislao Zuleta debe ser considerado un pensador público, es decir
un hombre con la increíble y valiente audacia de argumentar para otros y con
otros las ideas propias, con la única finalidad de provocar un ejercicio
colectivo de pensarse. Pensar en público como insistía nuestro desaparecido
filósofo Guillermo Hoyos Vásquez, significa pensar con los demás nuestros
asuntos colectivos, pues el pensar se ha convertido en un ejercicio privado,
individual y narciso.
La Universidad del Valle, el segundo
hogar de Estanislao Zuleta, y donde tuvo
la mayor difusión su obra escrita y oral, decidió conferirle el Doctorado
Honoris Causa en Psicología. En la memorable ceremonia realizada el 21 de
noviembre de 1980, Zuleta leyó “Elogio a la Dificultad”, un texto necesario y
obligado para reflexionar sobre la mayoría de edad de una nación donde ciertas
ideas se han depreciado por el costo moral que contienen. Un escrito a prueba de historia pues se
concibió en los inicios de la llamada década de la “guerra sucia”, y el dúo
narcotráfico y política. Una reflexión para un país atrapado entre la comodidad
de la televisión a color y el consumo a bajo costo de aquel entonces.
Se cumplen 35 años de su Elogio a la
Dificultad, y 25 de su muerte en Cali.
A pesar del tiempo que ha transcurrido,
el pensamiento de Zuleta no se conoce suficientemente, ni ha sido divulgado
como debiera. Nos hemos perdido de ofrecerle a las nuevas generaciones un punto
de vista único e irrepetible sobre el siglo XX, proveniente de un intelectual
que se hizo por fuera de los cánones académicos clásicos.
El 17 de febrero de 1990 Zuleta dejó
para siempre los auditorios universitarios, las tertulias y la vida
intelectual. La mejor manera de conmemorar su existencia es retomar su Elogio y
difundirlo como él hubiera querido, conversando y leyendo colectivamente sus
radicales planteamientos con los cuales nos pone frente a un espejo cuyos
trazos nos dicen:
Lo más difícil, lo más importante, lo
más necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad
de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de
la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el
respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como
lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquello
sin lo cual una imaginaria comunidad de los justos cantaría el eterno hosanna
del aburrimiento satisfecho.
Hay que poner un gran signo de
interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias,
sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige
de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a
desplegar nuestras posibilidades.
MURIÓ ADONAI CÁRDENAS CASTILLO EN BUENAVENTURA
el domingo 1 de marzo 2015
Un periodista del centro del Valle se fue a Buenaventura y
se convirtió en el representante del nuevo periodismo del puerto. Fresco,
comprometido, incesante en la búsqueda de la noticia, amenazado por los dueños
del poder legal o ilegal, jamás dejó de lado su compromiso con el pueblo. Escribió poemas que ocultaba con modestia; unos pocos fueron publicados en la revista impresa de Segunda Marcha.
En Radio Buenaventura sostuvimos durante varios años Segunda
Marcha, un programa cultural desde donde divulgábamos libros de poesía o
narrativa, leíamos textos de autores nuevos y hablábamos de las luchas de
Latinoamérica por su segunda independencia, su Segunda marcha.
Pero también salíamos a un bar en busca de la voz de Cheo
Feliciano o de Joan Manuel Serrat. Largas tertulias en las que a veces estuvo
el poeta Farías, fallecido el año anterior.
Adonai ganó el premio Simón Bolívar por su crónica sobre los
buscadores de oro en ese lugar de avalancha que fue Bendiciones, cerca de
Buenaventura.
Será necesario suscribir un pacto de paz con doña muerte
porque ya van muchos amigos del Pacífico o que han tenido que ver con esta
región colombiana:
Fabio
Arias (Farías), que nos legó esa memoria de los murciélagos en
las tardes oscuras de los montes ribereños.
Jacques April-Gniset, el arquitecto e investigador francés que se hundió en los
tremedales de la historia del puerto de Buenaventura para remarcar su falta de
firma fundadora, diciéndonos por cierto que los errores del urbanismo terminan
pagándolo las nuevas generaciones con todos los desastres que conocemos.
Germán
Patiño, el investigador que quien además de sus aportes sobre la
historia y la música, creó el Festival de Música del Pacífico “Petronio Álvarez”
y con él sembró de manera visible al Pacífico en Cali.
Paco Valle nos remite los siguientes textos sobre Adonai Cárdenas
"Soy
un trabajador de la información que desde 1976 vengo trabajando en este oficio,
primero en Tuluá, luego en Armenia, Cali, Palmira, Zipaquirá y en Buenaventura
desde 1979", así se describió Adonai
Cárdenas cuando le preguntaron su profesión, hoy este experimentado profesional
miembro de esta casa periodistica murió en el Puerto hace ya tres días.
Problemas coronarios terminaron con la vida del periodista, que siempre
se destacó por su calidad profesional, su amabilidad y su agudeza para buscar
las noticias.
A sus 62 años, Adonai quien fue intervenido en Cali para tratar una
falla coronaria, había regresado el pasado jueves al Puerto para estar con su
familia, pero este domingo presentó una nueva recaída y falleció cuando era
trasladado a la clínica Santa Sofía, en el Puerto.
Adonai ganó el Premio Simón Bolívar al cubrimiento de una noticia con El
País y su labor le permitió además ganar el Premio al Coraje de un Periodista,
otorgado por Semana y Petrobras.
Foto El País
Perfil de Adonai Cárdenas, el Maqroll de la verdad
Por su mística y su entrega sincera
al oficio, Adonai Cárdenas recibió el Premio al Coraje de un Periodistica.
Semblanza de un enamorado de los atardeceres frente al mar.
Por: Paola Andrea Gómez | Jefe de Información de El País.Domingo, Marzo 1, 2015 - 2:20 p.m.
Al ser ganador del Premio al Coraje de un Periodista, otorgado por
Petrobras, la jefe de información de El País, escribió el perfil del periodista
que desde Buenaventura entregó lo mejor.
Recordamos a nuestros lectores ese
perfil como homenaje a un gran ser humano y profesional que hoy, a sus 62 años,
falleció en Buenaventura.
Como el romántico Maqroll de Álvaro Mutis, que sube al extremo de la
gavia para anunciar las tormentas y las buenas noticias, Adonai Cárdenas
Castillo ha sido durante más de 30 años un transmisor de noticias de provincia.
Como el Maqroll errante y aventurero recorrió el país para aprender un oficio
que es más que su vida. Un oficio que hace 29 años lo llevó a anclar en su
bello puerto del mar, cuyos atardeceres de mareas y postales húmedas en el
muelle aún encuentra irresistibles.
Esta semana, al humilde admirador de Maqroll la vida le dio un abrazo.
Le recordó que ha hecho bien la tarea, que su valor ha valido la pena. Adonai
Cárdenas Castillo, el corresponsal de El País en Buenaventura durante 23 años y
la voz de la noticia en Radio Buenaventura, recibió el Premio Orlando Sierra al
Coraje de un Periodista Regional, con el que la revista Semana y Petrobras
rinden homenaje a quienes sin más lujos que el talento y la mística le cuentan al
país lo que ocurre más allá de la ‘república santafereña’.
La historia reporteril de este palmirano por accidente, criado en el
corazón del Valle y añejado con el arrullo del mar, inició cuando era un joven
de 19 años, que en la morgue del hospital de Tuluá ejercía el extraño arte de
la histopatología (preparación de tejidos en los cadáveres). Allí logró que una
amiga lo llevara a Radio Espacial para hacerse locutor. Adonai aún afinaba esa
voz grave y al mismo tiempo entonada y clásica, que tantas veces ensayó, subido
en los frondosos árboles del barrio Victoria de Tuluá, a los que trepaba para
narrar partidos ficticios.
Así empezó a andar un sendero que lo llevó un par de años a La Voz de
Armenia, donde descubrió que más que contarlas quería escribir las noticias. Y
ese arrojo que lo acompaña todos los días –cuando sale de su modesta vivienda
en el barrio La Campiña, en la periferia de Buenaventura– fue el mismo que años
atrás lo llevó, como el Maqroll errante de provincia en provincia, a enamorarse
de este oficio, aún sabiendo que no lo haría millonario.
No le importó, incluso, que en Radio Zipaquirá le pagaran parte del
sueldo con botellas de leche, que él mismo debía ordeñar. Ya Adonai, el Gran
Señor, como traduce su nombre, estaba embriagado de periodismo e incluso
escribía poemas que con el tiempo se convirtieron en el insumo para escribir
historias. Esos afanes literarios que alimentaron su espíritu los debe a Julio
Cortázar y Albert Camus, porque la suya ha sido la más enriquecedora escuela:
la de los libroS y el autoaprendizaje.
En sus andares por el país también dejó huella en Todelar
Cali, en las páginas del recordado periódico El Pueblo y en el Occidente. Pero
nada fue tan definitivo en su vida como la llegada a la que desde 1979 es su casa:
Buenaventura. Sus recuerdos le evocan una ciudad maravillosa, sin los afanes de
la pobreza. Eran los tiempos de Colpuertos, de los extranjeros que iban y
venían, de la opulencia. Adonai, el menor de los siete hijos de Luis Enrique y
Adelaida (ambos ya fallecidos) se asentó con su segunda familia en ese puerto
precioso circundado por el mar.
Con el tiempo, le entregó más que su corazón a una profesión, que en
otrora fue su excusa para no atender a sus hogares o para ser el más bohemio de
los bohemios. Capítulos non sanctos que en el atardecer de su existencia relata
sin vergüenza.
Y cuando las tempestades se alejaban de su vida llegaban las tormentas
al puerto. Un explosivo coctel de narcotráfico, paramilitarismo y guerrilla,
salpicado por esa corrupción que por años se ha posado como un nubarrón gris en
Buenaventura, se convirtió en el centro de las noticias.
Capítulo que lo obligó a vestirse de coraje para contarle al país lo que
allí estaba ocurriendo. Para explicar qué pasaba en los barrios Lleras y Viento
Libre, donde le prohibieron entrar un tiempo. Para mostrar los horrores del
Bajo Calima, lo que a la postre se convirtió en el mayor de sus dolores de
cabeza: las amenazas en serie. “Si sigues publicando, te matamos”, sentenciaron
dos hombres armados en la puerta de su vivienda. “Deja eso quieto, compañero”,
le decían marionetas compradas, que se montaban a su lado en las busetas. Una
amenaza más le llegó en el 2004, luego de cubrir la dolorosa masacre de ocho
personas en una casa de La Guarapera, mientras jugaban dominó.
La faena diaria Aunque aún no ha llegado la tan anhelada paz que ansía
Buenaventura, pareciera que esa brisa porteña hubiese conjurado las tormentas
que lo obligaron a llevarse su familia afuera. Incluso, esos sustos y el estrés
que le ocasionaron un pre infarto el año pasado, desaparecieron. Lo que nunca
lo abandona es el agite vital que moviliza sus sueños. Ni siquiera ahora cuando
vive su cuarto de hora de gloria.
El martes recibió el premió en Bogotá. El miércoles volvió a Buenaventura
y el jueves, el Maqroll de la verdad reinició su faena. Ese día, vestido como
el más informal de los porteños, cargando un pequeño morral y una libreta de
apuntes, arrancó su jornada a la 4:45 a.m. Salió de su casa rumbo a la emisora
a leer las noticias de las 6:00 a.m. Desayunó en un café del centro; fue a la
oficina de El País a las 8:00 a.m. atendió un par de entrevistas, corrió al
hospital a cubrir el paro; buscó registros de desaparecidos en la Fiscalía y al
mediodía volvió a Radio Buenaventura. Allí anunció la llegada de una nueva
directora al hospital, denunció los 12 legrados que a diario se registran en la
localidad y el asombro por los cuerpos que aparecen en la zona de esteros y
baja mar.
Al inicio de la tarde, de vuelta a El País, al pasar por Los Toneles y
otros cafetines típicos de la Calle Bavaria, muchos se acercaron para
felicitarlo por el premio. Él, con una sonrisa tímida y el susurro de un
gracias, estrechó decenas de manos.
Tras la alegría que le dejó el premio, Adonai sigue siendo un hombre
sencillo, incapaz de sentir vanidad. Un ser encantador que a sus 56 años
mantiene intacto el don de la humildad, que en él funciona como el más
exquisito almizcle. Adonai es y seguirá siendo el Maqroll de la noticia, con el
cual la realidad, como tantas otras veces, superó a la ficción.
Un
video
Enviado
por el poeta Carlos Fajardo: Link de la serie “Arte contemporáneo y
globalización”
Entrevistas
a los pintores colombianos Eduardo Esparza y Fernando Maldonado, con la
cual se da inicio a la serie
titulada “Arte contemporáneo y
globalización, que el poeta realiza con el Periódico
le Monde Diplomatique y Ediciones Desde Abajo.
Un Texto
El periódico La Palabra de la Universidad del Valle destaca el premio de novela
Casa de las Américas 2015, otorgado a la escritora caleña Adelaida
Fernández Ochoa, por su obra La hoguera lame mi piel con cariño de perro.
Exalumna de la U del Valle, le da voz a personajes como Nay, la mujer
africana que narra su vida y su procedencia en María, de Jorge Isaacs.
El periódico a la vez nos trae un
grandioso texto sobre Óscar Collazos y otro sobre Estanislao Zuleta.
www.lapalabra.univalle.edu.co
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