miércoles, 10 de junio de 2020

Islario en cuarentena


ISLARIO EN CUARENTENA

Mientras el virus desborda las predicciones de contagio en Brasil, Italia, Ecuador y en Colombia, pero sobre todo en la potencia llamada Estados Unidos, la mayor pregunta que podemos hacernos es si en realidad esta brutal experiencia va a incidir en el cambio de rumbo o en el replanteamiento (ojalá destrucción) del capitalismo salvaje, de este capitalismo global, neoliberal, al que solo interesa el interés privado y por lo tanto la ganancia desmedida y la concentración de la riqueza en pocas manos. Lo peor no es el virus, lo peor es lo que nos evidencia como sociedad: la ausencia de una política coherente de salud pública, la privatización social de los ineficaces servicios de salud y la concentración de los poderes económicos y políticos en tan pocas manos. En Colombia ya vimos incluso cómo la mayoría de los préstamos para el agro cayeron en las arcas de los mayores terratenientes, cómo las ayudas para los sin ingresos llegan a cuentagotas, cómo la pandemia está haciendo estragos en las comunidades indígenas de Colombia y Brasil, en las comunidades negras del Pacífico y el Caribe colombianos. En Colombia la epidemia ha desnudado la realidad. Los que al fin de cuentas salen gananciosos son los poderosos: 8 y medio billones de pesos han recibido los banqueros en medio de la pandemia, si las cuentas no han aumentado, Por su parte, en el agro, los pequeños y medianos agricultores no han sido los más beneficiados sino los agroindustriales:  “Los medianos productores han recibido 710.000 millones de pesos (unos 176 millones de dólares), mientras que los pequeños, incluidos en esta franja aquellos cuyos activos no superan los 280 salarios mínimos, han recibido 630.000 millones (unos 156 millones de dólares), suma considerada pequeña dentro de ese universo”, añadió la Contraloría.



De igual forma mencionó que de los 226.000 millones de pesos (56,2 millones de dólares) colocados hasta el 8 de abril para la línea especial de crédito ColombiaAgroProduce, lanzada en respuesta a la emergencia por el coronavirus, “213.566 millones de pesos (unos 53 millones de dólares) han ido a grandes comercializadores y agroindustriales”. https://www.vanguardia.com/colombia/investigan-a-ministro-de-agricultura-por-escandalo-en-creditos-para-campesinos-YG2293504

Escena en Tumaco (Nariño), un municipio limítrofe con el Ecuador, se juegan la vida con la necesidad permanente de rebuscar el diario (sin protección alguna). Aquí a la espera de una ayuda del gobierno local.

Por su parte, en Quibdó, Chocó, al otro extremo del Pacífico, el gobernador Ariel Palacios había solicitado el 3 de abril:  Lo más urgente inicialmente para dotar a nuestro equipo médico. Me refiero a tapabocas, guantes, máscaras, botas, gorros, los necesitamos con urgencia. (El Tiempo, abril 3 2020.)

No han funcionado las ayudas en Bogotá, con todo el fragor comunicativo que setiene, las estadísticas y el rigor que se le nota a la alcaldesa Clara López, peor en un pueblo remoto de la Colombia periférica, en el Pacífico.

EL VIEJO ADAGIO
Elizabeth Vargas Holguín

Presentamos a una estudiosa de la expresión literaria del Pacífico, Elizabeth Vargas Holguín, oriunda de Guadalajara de Buga-Valle, Colombia. Realizó sus estudios doctorales en la Universidad de Cambridge   en el área de Estudios literarios y ontológicos Afro-Pacíficos. Su  tesis se titula _A Pacific Coast Ontology of Intensity and Process in   the Writings of Alfredo Vanín-Romero, Antonio Preciado-Bedoya, and   Gregorio Martínez_ (enlace:   https://www.repository.cam.ac.uk/handle/1810/305347?show=full.  

Sus más recientes publicaciones han aparecido en el Afro-Hispanic Review  Journal, "Martán Góngora’s Breviario Negro: A Literary Palenque for Alfredo Vanín Romero,”(Afro-Hispanic Review Journal, vol. 38 no 1 (Spring 2019)) y en el  Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies, “Antonio Preciado’s Neo- Negritud: the Ecuadorian Case."  (enlace:
  
https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/08263663.2020.1735798).



El ojo no mira pa’ dentro sino pa’ fuera: muerte por convicción o por omisión

El viejo adagio de que el ojo no mira pa’ dentro sino pa’ fuera se hace más significativo que nunca en un momento en que la pandemia causada por el COVID-19 se entrecruza con la tarea ideológica de los medios privados de comunicación colombianos. Los medios nos llevan  cada vez más lejos de nuestra realidad nacional; una realidad narcisista  en que se mira para afuera sin motivar la indagación profunda y cotidiana por parte de todos los ciudadanos. Nos dicen los medios sobre las muertes semanales de lideresas y líderes sociales, se repiten noticias del olvido económico y del estado de abandono de las instituciones de salud que se revela en momentos de crisis inesperados. Es en esta coyuntura de pronunciada inequidad en la que se habla ya por el mes de Junio de la muerte por desnutrición de niños en el Valle del Cauca, y de la llegada de tropas Estadounidenses, de la apertura de aeropuertos, la cual conecta a Colombia a una red internacional de consumo de la minoría privilegiada. Es esta realidad de bombardeos noticiosos en la que la mayoría se desconecta de la muerte  étnica y cultural de los líderes del Amazonas, cuya memoria, según explica un columnista en El Espectador, nos llevaría a poder entender el comienzo del universo. Es que con su muerte, y la pérdida de su memoria, parece que nos viéramos inevitablemente sumergidos en el final del mundo. Y es que mientras se nos enseñó a hablar inglés en el colegio, jamás se nos habló del comienzo del universo según la visión amazónica capaz de considerar el nacimiento de los ríos y su conexión a la aparición de plantas y animales que sustentan la existencia de la humanidad misma[1].

Es ésta Colombia en la que se habla más del pico y placa para salir a comprar y de aviones más que de ancianos muertos y olvidados en rincones, la que espera el reporte diario del presidente y sus ministros al cual se remiten todas las clases con acceso a la electricidad, servicios de cable y televisión. Es esta Colombia sumergida en la realidad de los medios y las redes sociales  la que hace que nuestra nación se vuelva parte del espejismo de una Colombia unida al mundo global y sus problemáticas raciales a pesar de nuestra precariedad interna. Así pues, viajes aéreos que se podrán restablecer en los meses venideros, a pesar de la amenaza que esto puede significar para nuestras carentes clínicas, y viajes televisivos que nos llevan a imaginarnos una vida en el exterior, alimentan la mente del televidente y audio escucha a diario. No obstante, ante la epidemia, Colombia se presenta, a pesar de sus ‘clínicas de mierda’ como me  lo diría uno de los  intelectuales irlandeses que se pasea de seguido por el Chocó, como uno de los mejores rincones del planeta lejos de las columnas romanas que inspiran el paisaje urbano europeo.
Así pues, en los medios, Colombia aparenta insertarse en las noticias internacionales. Por inserción, como es de esperarse, se entiende la repetición de noticias Estadounidense y no, por ejemplo, una discusión del artista de África occidental y descendiente del griot[2] Mory Kante quien falleció el pasado 22 de mayo de 2020. Su fallecimiento no se insertó en las noticas nacionales a pesar de que el griot africano sobrevive en nuestro país en la talla de poetas del Pacífico colombiano como Alfredo Vanín Romero. Sí ha sido de interés para los canales privados y las redes sociales la el sufrimiento causado por la rodilla de un policía estadounidense al cuello de un hombre en la ciudad de Mineápolis, Minesota. Este hombre, al igual que los  colombianos desprotegidos del Pacífico Afro se quedó sin cómo respirar el pasado 25 de mayo de 2020.  Es este selectivo mirar para fuera, hacia la experiencia de George Floyd, la cual debe de servirnos como un puente que no nos aleje de la situación  precaria de salud del Valle, de Nariño  y del Choco Afros, del Amazonas,  y de las comunidades de la guajira. Es la experiencia de este hombre Afro-descendiente, en los Estados Unidos,  la que nos puede ayudar a entender, al modo de la parte que habla por el todo, del todo de nuestra coyuntura racial nacional Colombiana. Es en este momento de crisis en el que se  debe de cuestionar,  a través de los hechos,  el final de la esclavitud.
En el 2020, nos reporta radio nacional de Colombia que el Chocó, a principios de Junio, cuenta con 20 unidades de cuidados intensivos para un área que según el DANE tiene una población de cerca de 600.000 habitantes. Aunque no se habla de racismo sistemático e institucionalizado que se manifiesta a través de las condiciones precarias de la infraestructura de salud y carencia  de servicios públicos dignos, incluyendo ahora el internet, los medios también nos hablan de los jóvenes del Baudó medio, en el Chocó, que, introducidos a la educación virtual debido a la pandemia, deben de caminar por áreas húmedas y resbaladizas para poder llegar a la antena más cercana que les permita conectarse al internet.  Es en este ambiente en el que jóvenes, niños de primaria[3] y hasta estudiantes universitarios afro-descendientes re-aparecen, como se dice ahora en los medios, re-inventados en el comercial promocional de Karen Abudinen, nueva ministra de las TIC.[4]
Y es que como a Floyd, al Chocó, y otros territorios de gran presencia Afro como el puerto de Buenaventura, en el Pacífico, le ha faltado el aire desde sus comienzos a pesar de la frescura del océano y la naturaleza circundante. A través de la historia se ha obviado no sólo su importancia histórica en el arribo y transporte de esclavos, sino  también su papel central en la entrada de equipos para la producción de azúcar de caña que ha sostenido a una minoría rica que monopoliza la economía rural. Hoy por hoy, hablar de Buenaventura significa reconocer que le entraban a Colombia ya por el año 2011, gracias al puerto, cerca de 2.9 billones de pesos. [5] Por ende, se vuelve indignante que lleguen, según el ministro de salud, en el 2020, 30 máquinas[6] para cuidados intensivos dispuestas a un espacio en el que se encuentran infectadas cerca de 700 personas. Esta realidad de inequidad que define no la pobreza sino el empobrecimiento premeditado en lugares como Buenaventura. Esta realidad de empobrecimiento premeditado o institucional también nos hace pensar sobre Tumaco en Nariño. Allí, a mediados de Mayo, no se contaba con áreas de cuidados intensivos.[7] A principio de Junio, el exfutbolista Victor Bonilla, a través del medio noticioso local Telepacífico Noticias, en su sección deportiva, hace un llamado al vecino Valle del Cauca para que sepan sobre el estado crítico del hospital y sus pacientes. El personal médico no se escapa  de esta realidad al ser obligado a atender a pacientes del Hospital San Andrés de Tumaco a pesar de sufrir los síntomas del Covid. [8] Le hace eco a esta realidad la situación de Quibdó. En la capital del Chocó se esperan con ansiedad 72 máquinas de cuidados intensivos para una población afectada que a finales de Mayo contaba con menos de 30 camas[9] dedicadas a esta especialidad. 
Estos datos están pues encubiertos de una ironía de magnitudes despóticas si pensamos en la riqueza de una región Afro que a pesar de haber enriquecido los grandes imperios europeos en la época colonial, y facilitado el comienzo del capitalismo, padece a causa de la institucionalización del racismo y la inequidad. Éstos se manifiestan, sintomáticamente no con las golpiza de un miembro de la policía  sino con la falta de aire para respirar experimentado por siglos por los habitantes de la región.  Es así pues que la muerte de Floyd, su propia y doloroso ahogo, nos obliga a mirar para adentro de nuestra nación y para nuestras orillas costeras en el Pacífico.  Claramente, son éstas, nuestras regiones sofocadas por un colonialismo interno de siglos, aunque los medios narcisistas, y su falta de reflexión, nos hagan pensar que la muerte de un hombre afro-descendiente, a manos de policías, es un problema de afuera. A este problema nos unimos como espectadores empáticos mientras más nos alejamos de nuestra propia realidad de burocracias que institucionalizan la muerte del mundo afro-Pacífico, sino por convicción,  por omisión.



https://www.elespectador.com/coronavirus/cuando-muere-un-anciano-o-anciana-en-las-comunidades-indigenas-articulo-919804
[3] https://deporticos.co.cr/estudiantes-de-chocoanos-exigen-mejores-condiciones-para-estudiar-otras-ciudades-colombia/
Afro-descendiente en los Estados Unidos a manos de la fuerza policial. 
[4] https://www.mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/Noticias/135814:Karen-Abudinen-nueva-ministra-de-las-TIC
[5]https://www.inviertaencolombia.com.co/images/Brochure_Buenaventura_Versi%C3%B3n_WEB.PDF
[6] https://www.elpais.com.co/valle/minsalud-valoro-situacion-del-covid-19-y-entrego-30-ventiladores-en-buenaventura.html
[7] https://www.eltiempo.com/colombia/cali/en-tumaco-narino-no-hay-unidad-de-cuidados-intensivos-paciente-con-covid-19-van-a-pasto-496350

[9] https://www.radionacional.co/noticia/regiones/uci-choco-coronavirus

Notas en tránsito


LA VIEJA CARA DEL RACISMO

Estados Unidos hierve. Los recientes acontecimientos que    ponen de presente el salvaje racismo estructural de USA generaron una de las más fuertes protestas de esta historia. Racismo que ya no se disimula en la poca importancia –y peor: en las medidas que toma en contra de la protesta, como la de militarizar las ciudades- que un presidente le otorga a un crimen tan grave como innecesario de un policía a un hombre negro por la presunción de un delito. La muerte de George Floyd fue un detonante de mayor fuerza: el pésimo presidente elegido por Estados Unidos no ha disimulado en ningún momento su odio racial hacia latinoamericanos y negros de su propio país. Sin embargo, el cerco de protestas e informativo desatado en el país y en otros lugares del mundo, revela el avance y el repudio contra la discriminación. No se acabará el racismo ya, pero avanzamos.
Igual debemos decir de Colombia, nuestro grave país, donde acaba de morir el joven Anderson Arboleda,  luego de ser golpeado brutalmente por la Policía, de acuerdo con la versión de sus familiares. Sin embargo, apenas empieza a tener eco el suceso, en un país donde el racismo es también estructural, con otros matices, pero igual de bárbaro y eficaz contra una población que le ha producido riqueza al país y al mundo desde que empezó la esclavización de sus pueblos.

Una nota del portal Las dos Orillas refiere la historia laboral de un joven afrocolombiano en manos del racismo laboral que campea en nuestro país, un país que a la par con la corrupción en todos los niveles estatales, tampoco se entiende de la dura situación de sus pueblos indígenas y negros. La élite preferiría verlos desaparecer, pero no será fácil.
Bien lo afirma el director de cine Spike Lee: “El racismo ya era una pandemia global antes que el coronavirus”. Y lo corrobora de manera fundamentada Sami Naïr en una nota:

La memoria de estas oposiciones étnicas y culturales fundadoras se ha sedimentado en todas las vertientes del sistema social global norteamericano, en las instituciones, así como en el modo de vida diario.
El asesinato de George Floyd, como de otras tantas víctimas negras que le precedieron, es, en este sentido, desgraciadamente banal, no constituye algo nuevo dentro de una sociedad todavía encarcelada en sus prejuicios y, en cierta forma, en la inhumanidad inherente a su modelo constitutivo originario. Es una sociedad, a los ojos de los blancos —no de todos, felizmente—, hecha para y por los blancos.
Cambiar esta mirada necesita una revolución mental. Una ardua tarea que cabe confiar a la persistencia de los ciudadanos ilustrados de todos los “orígenes”.

El País, España,  3 junio 2020

Anderson Arboleda fue brutalmente golpeado por un agente de la Policiía y murió dos días después en  en Puerto Tejada (Cauca, Colombia), según las denuncias de sus familiares. La policía lo niega. La verdad está escondida en alguna parte y debe continuar la lucha por hacerla visible.


Rematamos con esta historia de racismo laboral en Colombia, que se ha prolongado ya por varios años y que nos confirma que el racismo no se vencerá solo con las redes sociales, sino con  una acción a largo plazo y decidida de todos nosotros, contra el racismo pero en gran escala contra las causas centradas en una economía local y mundial basada en la desigualdad y el avasallamiento.

Este plantea tiene que preparar la salida de esta pandemia bajo nuevas opciones, lejos de las desnaturalizadas propuestas contra las llamadas minorías, lejos del capitalismo salvaje que nos ahogará a todos.




      


























lunes, 30 de marzo de 2020


ISLARIO DEL SUR ESTÁ DE VUELTA

      Luego de tres años de silencio, Islario del Sur vuelve a navegar por este medio. Fueron tres años en los que este país siguió su rumbo de destrucción social, de concentración del poder económico y político y el aniquilamiento contra las expresiones sociales y los espacios de protesta que todavía enaltecen al pueblo colombiano, en medio del asesinato de líderes y lideresas sociales que ostentan el único delito de luchar por  los derechos comunitarios, por sus territorios y por una vida digna en sus comunidades.  
      Colombia eligió un presidente que cada vez más aumenta su condición de gobierno en entredicho, dadas todas las evidencias de corrupción, tráfico de votos y de nombramientos. Cada día, nuestra República se hunde más en su ilegitimidad, especialmente para los millones de hombres y mujeres que viven en la pobreza total, mientras se concentra la riqueza en pocas manos. Y para colmo, obedeciendo al emperador del norte, declara una guerra política y mediática al gobierno de Venezuela.
     Y por si fuera poco, apareció una pandemia que tiene sus orígenes sin esclarecer aún, pero que arroja demasiadas sospechas. Pudo tratarse de una creación de laboratorio, o pudo ser una mutación.  Pero esta pandemia, este “virus chino” como miserablemente lo llama el presidente Trump,  se ha vuelto en contra de los más desarrollados, y los agarró con los calzones abajo.
    Los dirigentes de los estados nacionales mostraron su verdadera cara. Trump: una máquina de negocios que solo se interesa en la “economía” y el poder de la nación gringa, por encima de la vida de sus compatriotas. España e Italia, dos países que viven absortos con su gran turismo y no creyeron en la amenaza “de ese virus chino”.  Cuba, la solidaridad sin límites de un pueblo acorralado por las sanciones imperiales; Putin, el pragmatismo en persona, pero solidario también con una Europa que tiene la lejana memoria de la peste bubónica y muy cercana la gripa que sepultó miles de ciudadanos españoles.

Diario de la Peste
Marzo 29 de 2020
Estas son las cifras del efecto del coronavirus en Colombia, cotejando varias fuentes:

·         702 contagiados
·         10 muertos
·         10 recuperados

El ELN decreta cese unilateral al fuego, pero solicita al gobierno cesar también elfuegoy coordinar como la Comisión de paz ubicada en La Habana.

Marzo 30 de 2020

·         El Congreso Nacional de Colombia sigue en ascuas. Se convocó a sesiones virtuales, pero hay voces en contra, especialmente del senador Jorge Robledo.
·         A la fecha, el gobierno nacional ha reconocido la disminución de delitos como el atraco,  el homicidio y  la violencia sexual. Aumentaron los delitos informáticos.

Frente a esta avalancha de sucesos genrada por el coronavirus, con los medios masivos y las redes sociales inundados de información verdadera, falsa o sospechosa, cada mandatario o empresario en Colombia mostró su verdadera cara:
·         Duque, el Presidente, parece tener los discursos preparados para cada momento, como si fueran una lección de estudiante juicioso, pero sin emociones; lo de él  un discurso de corrido, pero insustancial, sin conexión ni diálogo con su pueblo. Sus intervenciones con el equipo de gobierno en busca de proteger del contagio a la población colombiana, se vieron desmentidas por el decreto 444 que en resumen sustrae  17 billones de pesos a las alcaldías y gobernaciones para ser “donados a los pobres” pero manejados por los grandes grupos bancarios.
·         Sarmiento Angulo no defraudó a sus críticos: pidió tres días de trabajo de Semana Santa a sus periodistas para ser donados a no sabemos quiénes.
·         La alcaldesa de Bogotá mostró temple y acertó en mucho, aun en medio de las contradicciones con el gobierno central. Corrigió cuando fue necesario, siempre atenta a la ciudadanía.
·         Petro: siempre en primera fila, al frente de cada acontecimiento. Un elogio al presidente Duque cayó mal en sus propias filas.
·         Uribe,  con su habitual pragmatismo, propio de la derecha más mezquina: que se haga cuarentena pero no se detenga la economía.
·         Los migrantes venezolanos: presos de los rumores por ayuda, cercaron los espacios físicos del poder para exigir apoyo.
·         El pueblo colombiano: entre el miedo, la apatía y el desorden.
En las comarcas internacionales, los sucesos no se dan abasto:
·         El Papa dio una larga oración frente la gran Plaza en la que tuvo  como tema central la parábola de los pescadores temerosos, pese a llevar a su maestro a bordo, según el Evangelio de Mateo.
·         Donald Trump agitó su melena y sus ojos de mandarín impenetrable: El pueblo debe volver a trabajar porque la economía debe seguir creciendo.
·         El pueblo cubano, solidario como siempre. Sin importar a dónde, sus médicos se desplazaron por diferentes lugares a prestar un servicio humanitario.

Política y desobediencia

Sin embargo, criticar las desobediencias tumultuosas a la solicitud  de aislamiento voluntario (o de cuarentena obligatoria), las peticiones de recursos de los trabajadores informales que deben producir día a día y las aglomeraciones en los puntos de abastecimiento de entrega de ayudas  no deben ser atribuidas a un carácter nocivo de los colombianos.
Nuestras ciudades son así en gran parte porque crecieron en los últimos ochenta años bajo el terror de los desplazamientos del campo a los conglomerados urbanos de los años cincuenta. Nuestras ciudades –grandes y pequeñas-  son el producto de un feroz y encarnizado cerco armado que comenzó desde el momento en que los españoles entraron al territorio, desterritorializaron a los indígenas sobrevivientes y  transterraron de África a América a más de cuarenta millones de hombres y mujeres, quienes aparte de sufrir la esclavización y con ella entregar un aporte enorme a la construcción de la riqueza del país y del mundo, sufren ahora la marginalidad y el racismo. Luego vino la guerra de independencia de España que generó tantos muertos como desplazados de un lugar a otro. Las guerras civiles y  por último la gran Violencia que comenzó en los años cuarenta del pasado siglo, se profundizó con el asesinato de Gaitán y generó el grave desplazamiento de campesinos a las ciudades que empezaron a crecer sin control, para luego dar paso a  la guerra desatada por los paramilitares contra los milicianos, con apoyo del Estado, y se hizo más cruenta y profunda la guerra contra los civiles que debieron  abandonar por millares sus territorios e inundaron las ciudades, tanto que el uno por ciento de las familias de este país concentra en sus manos casi el 90 por ciento de las tierras fértiles... Nuestro país nació y se desarrolló en medio de inmensas fracturas e injusticias sociales y concentraciones del poder económico y político que lo convierten en ingorbernado e ingobernable. El mismo liberalismo, que fue una promesa de justicia social desde el siglo XIX, naufragó en las mermeladas del poder y la corrupción.
Estamos de acuerdo en que se acate la imperiosa necesidad de cuarentena. Pero nuestra indisciplina y nuestra proclividad a la violación de las leyes no provienen del azar. Nuestras ciudades crecieron sin orden, sin planificación, sin liderazgo oficial, sin solidaridad  ciudadana, con una cada vez más profunda división de clases, sin seguridad para la supervivencia de los más pobres, salvo los casos heroicos de barrios creados en las ciudades con el objetivo único de vivir con algo de decencia, en medio de la avaricia de los negociantes urbanizadores. Además, qué conducta puede imitarse por parte de los ciudadanos en un país con dirigentes inmorales, aferrados solo a la rapiña del erario público, de la sujeción del poder a cualquier precio, convirtiendo a menudo la política en un trabajo de mafias insensibles y asesinas.
. Dos homenajes al poeta del mar 

Dos homenajes al poeta guapireño Helcías Martán Góngora: uno en la Biblioteca Departamental de Cali, y otro en el Salón de los Espejos, de la Gobernación del Cauca, con motivo del primer centenario del nacimiento de quien fuera llamado “El poeta del mar”, nacido el 27 de febrero del año 1920 en Guapi, en una casa que miraba hacia el río, donde sus padres  manejaban los  negocios de compra de oro, tiendas de abarrotes y cabotaje.




El 27 de febrero de este año nos dimos cita en la Biblioteca Departamental de Cali, convocados por la Fundación de Escritores del Pacífico (Fuespacol) para hablar del poeta Helcías, de su obra y de su vida, de su sapiencia y de su humor fino y desbordante, de su temprana adhesión a las corrientes históricas de vanguardia que circulaban por el mundo y Colombia, entre ellas el Negrismo como una toma de conciencia y acción de intelectuales negros de África, del Caribe y del Pacífico colombianos. Por algo fue uno de los fundadores de la revista Vanguardia, que se editaba en Guapi (Cauca), un pueblo donde se entretejían los idiomas.
Y el Salón de los Espejos (un hermoso nombre que envidiaría El Quijote) de la Gobernación del Cauca fue el escenario de un nuevo homenaje, convocado por el gobernador afro Elías Larrahondo y la coordinadora de Cultura, Enelia Salinas Chivatá, con presencia del rector de la Universidad del Cauca, José Luis Diago Franco, y los profesores Elizabeth Castillo y José A, Caicedo del Centro de Memoria Intercultural de la Unicauca. Un evento maravilloso en donde poetas y gestores culturales expresamos nuestra memoria del poeta Martán, donde los directivos puntualizaron la necesidad de honrar la memoria de nuestros escritores y que la cultura sea una aliada en la lucha por la pacificación de nuestro país y en especial de nuestras comunidades caucanas azotas por el recrudecimiento de la violencia.

Profecía no escrita

Nuestro país se aleja cada vez más de la propuesta de país que surgió en su independencia y del que a finales del siglo XIX intentó refundar el liberalismo. Al menos construir un país con una verdadera opción popular, donde si al menos no gobernaba “el pueblo”, al menos se tenían oportunidades más cercanas a la dignidad, como el respeto a sus derechos y la satisfacción de sus necesidades básicas.
 Una de las tareas que tendrá el país entero, si es que sobrevivimos a la peste, es la de rescatar el país de las plagas eternas de la corrupción, el narcotráfico y la violencia contra los sectores sociales, étnicos y de género. Y que las necesidades básicas sean resueltas, que cese la acumulación atrabiliaria de la riqueza en pocas manos que margina y degrada  a millones de hombres y mujeres.

El poema de nuestra semana
Carta del incierto

(A Dilan, allá, donde ahora vuelas)

No por incierto como todos,
dejaré de escribir esta carta
que habla de ausencias y de amores,
siempre habrá un ausente en mi pellejo,
un ausente que convive con mis pasos lentamente.
Hablo de ese río de ausentes donde navegan
a toda vela los sueños del incierto.

Sé que estoy en mi país,
en mi país, en donde alguien decide arreglar
sus pequeños asuntos
ante la insegura perspectiva del regreso.
En mi país, que huye de sí mismo
como un desatado tifón en plena noche.

No por incierto como todos,
dejaré de escribir esta carta
que habla de ausencias y de amores.
Hablo de un lugar cuyos inciertos habitantes
podemos desaparecer definitiva o temporalmente,
hasta ser encontrados en el borde del camino
en el abismo de una zanja.

Sé que estoy en mi país,
en mi país, en donde alguien decide arreglar
sus pequeños asuntos
ante la insegura perspectiva del regreso.
En mi país, que huye de sí mismo
como un desatado tifón en plena noche.


El otro país, el oscuro,
no está matando la alegría,
no está matando a los que sueñan,
a los hombres que dan voz al limpio viento.
La paz es sólo una palabra en los arrugados
papeles
que arrojan en letrinas los disfrazados
querellantes.
La voz del gran mudo, nada dice. Ella espera
instrucciones
Y una ebria nación navega sosteniendo la rota
bandera de la paz,
la bandera blanca sobre lagos de sangre.

No por incierto como todos,
dejaré de escribir esta carta
que habla de ausencias y amores.
Llegado el momento de tener
más amigos en las tumbas que en los bares,
me hago hermano del hermano de los muertos,
enamorado de los que aman el amor de los vivientes.

Juan Manuel Roca


Microrrelato para después de la pandemia del virus coronado:

Cuando Colombia despertó, Uribe todavía estaba allí.

Textos de la semana:
No es un asunto de limosnas

Coronavirus, las prioridades del gobierno: ¿La bolsa o la vida?
Víctor de Correa Lugo