sábado, 27 de diciembre de 2014

HOY EN ISLARIODELSUR: 
Un buen año nuevo para todos nuestros infatigables lectores.
Un poema de José Zuleta Ortiz, para despedir la navidad  a través de sus hilos invisibles.
Un relato de Clarice Linspector, para que el año nuevo reparta bien los panes.
Un final con música del Pacífico colombiano. Dos maestros de la marimba: José Antonio Torres (Gualajo) y Hugo Candelario González
Un Libro al viento de la antropóloga Ana María Arango

Navidad
Desde el jardín


De un hilo desciende…
Instalada en el aire
teje la transparencia,
atrapa vuelos en la urdimbre
y amortja con sedas claras
una a una, las víctimas de su ingenio invisible.


Amanece,
la lluvia y el sol
han hecho de su red una gran lámpara:
pendiendo de los hilos del aire
miles de gotas atrapan la luz,
el collar de cuentas líquidas relumbra,
arañando el aire
por una hebra libre sube al milagro.



José Zuleta Ortiz (Bogotá, 1960), es residente de la ciudad de Cali desde hace décadas. Es director de la Revista de Poesía Clave y Coordinador de la agenda literaria de la Biblioteca Departamental del Valle. Orienta el programa Libertad Bajo Palabra en las cárceles de Cali. Es editor independiente y gestor cultural. Ganó el Primer Premio Nacional de Poesía «Carlos Héctor Trejos» (Riosucio-Caldas 2002) con el libro Las Alas del Súbdito. Premio Nacional de Poesía «Descanse en Paz la Guerra» con la obra Música para desplazados, (Casa de Poesía Silva, Bogotá, 2003). Segundo Premio Internacional de Poesía Convocado por la Universidad de San Buenaventura, con el libro Las manos de la noche (Cali, 2007). Autor además de: La línea de menta (Colección Escala de Jacob, 2005); Mirar otro mar (Hombre Nuevo Editores, 2006); y La sonrisa trocada (Cuentos - Hombre Nuevo Editores, 2008). La antología personal Emprender la noche (Común Presencia Editores, Bogotá, 2008) contiene poemas de sus libros hasta ahora publicados.


El Reparto de los Panes
Clarice Lispector

Era sábado y estábamos invitados al almuerzo de agradecimiento. Pero a cada uno de nosotros le gustaba demasiado el sábado para gastarlo con quien no queríamos. Cada cual había sido feliz alguna vez y conversaba la marca del deseo. Yo, yo lo quería todo. Y allí estábamos, presos, como si nuestro tren hubiese descarrilado y nos viésemos obligados a pasar la noche entre desconocidos. Allí nadie me quería, yo no quería a nadie. En cuanto a mi sábado -que al otro lado de la ventana se balanceaba entre acacias y sombras-, prefería, en vez de malgastarlo, encerrarlo fuertemente en la mano, donde lo estrujaba como si fuese un pañuelo. A la espera de la comida, bebíamos sin placer, a la salud del resentimiento: mañana ya sería domingo. No es contigo con quien quiero estar, decía nuestra mirada sin humedad, y soplábamos despacio el humo del cigarrillo seco. La avaricia de no repartir el sábado iba royendo y avanzando poco a poco como herrumbre, hasta llegar al punto en que cualquier alegría era un insulto a la alegría mayor.
Sólo la dueña de casa parecía no economizar el sábado para utilizarlo un jueves a la noche. Ella, sin embargo, cuyo corazón ya había conocido otros sábados. ¿Cómo había podido olvidar que siempre se desea más? Ni siquiera se impacientaba con el grupo heterogéneo, soñador y resignado que en su casa no hacía sino esperar como si esperase la partida del primer tren, cualquiera con tal de no quedarse en aquella estación vacía, con tal de no tener que estar refrenando el caballo que, con el corazón palpitante, se iría detrás de otros, de otros caballos.
Al fin pasamos a la sala para un almuerzo que no tenía la bendición del hambre. Y entonces fue cuando, sorprendidos, nos encontramos con la mesa. No podía ser para nosotros...
Era una mesa para hombres de buena voluntad. ¿Quién sería el invitado que realmente esperaban y no había acudido? Sin embargo, éramos nosotros. ¿De modo que aquella mujer daba lo mejor sin importarle a quién? Y lavaba contenta los pies del primer forastero. Avergonzados, mirábamos.
Habían cubierto la mesa con una solemne abundancia. Sobre el mantel blanco se amontonaban espigas de trigo. Y manzanas rojas, enormes zanahorias amarillas, redondos tomates de piel a punto de estallar, calabazas de un verde líquido, piñas malignas en un salvajismo, naranjas anaranjadas y serenas, machichas erizadas como puercoespines, pepinos que se cerraban duramente sobre la propia carne acuosa, pimientos huecos y rojizos que hacían arder los ojos; todo enmarañado en barbas y más barbas húmedas de maíz, pelirrojas como las de junto a una boca. Y los granos de uva. Las uvas negras más violetas, que apenas podían esperar el instante de ser aplastadas. Y sin importarles por quién. Los tomates eran redondos para nadie; para el aire redondo. El sábado era de quien fuese. Y la naranja endulzaría la lengua del que llegase primero. Junto al plato de cada mal-invitado, la mujer que lavaba los pies de los forasteros había puesto -aun sin habernos elegido, aun sin amarnos- un ramo de trigo o un manojo de rábanos ardientes o una roja tajada de sandía de alegres semillas. Todo cortado por la acidez española que se adivinaba en los limones verdes. En las jarras estaba la leche, como si hubiese atravesado con las cabras el desierto de los peñascos. Un vino casi negro de tan macerado se estremecía en vasijas de barro. Todo ante nosotros. Todo limpio del retorcido deseo humano. Todo tal como es, no como quisiéramos. Existiendo, nada más, y todo. Tal como existe en el campo. Tal como las montañas. Tal como los hombres y las mujeres, y no como nosotros, los ávidos. Tal como un sábado. Tal como simplemente existe. Existe.
En nombre de nada, era hora de comer. En nombre de nadie, estaba bien. Sin sueño alguno. Y nosotros poco a poco a la par del día, poco a poco anonimizados, creciendo, mayores, a la altura de la vida posible. Entonces, como campesinos hidalgos, aceptamos la mesa.
No era un holocausto: todo aquello quería ser comido tanto como queríamos nosotros comerlo. Sin guardarme nada para el día siguiente, allí mismo ofrecí lo que sentía a aquello que me hacía sentir. Era un vivir que yo no había pagado de antemano con el sufrimiento de la espera, hambre que nace cuando la boca ya está cerca de la comida. Porque ahora teníamos hambre, hambre entera que cobijaba el todo y las migajas. El que bebía vino se apoderaba con los ojos de la leche. El que bebía leche lentamente sentía con los ojos el vino que bebía otro. Allá fuera, Dios en las acacias. Que existían. Comíamos. Como quien da de beber al caballo. Se distribuyó la carne trinchada. La cordialidad era ruda y rural. Nadie habló mal de nadie porque nadie habló bien de nadie. Era reunión de cosecha, y se hizo una tregua. Comíamos. Como una horda de seres vivos, cubríamos gradualmente la tierra. Ocupados como el que labra la existencia, y planta, y recoge, y mata, y vive, y muere, y come. Comí con la honestidad del que no engaña a lo que come: comí la comida aquella y no su nombre. Nunca fue Dios tan tomado sólo por lo que es. Ruda, feliz, austera, la comida decía: come, come y reparte. Todo aquello me pertenecía, la mesa era de mi padre. Comí sin ternura, comí sin la pasión de la piedad. Y sin ofrecerme a la esperanza. Comí sin ninguna nostalgia. Y bien valía yo aquella comida. Porque siempre puedo ser la guardiana de mi hermano, y ya no puedo ser mi propia guardiana, ah, yo no me quiero. Y no quiero dar forma a la vida porque la existencia ya existe. Existe como un suelo por donde todos nosotros avanzábamos. Sin una palabra de amor. Sin una palabra. Pero tu placer entiende al mío. Somos fuertes y comemos. Pan y amor entre desconocidos.



Clarice Linspector: Ucrania, 1920 - Río de janeiro 1977. Es una de las más importantes escritoras de América Latina del siglo XX. Una extraña percepción del mundo se revela en sus cuentos y novelas. Destacamos dos de sus obras: La pasión según G. H. y La hora de la estrella.

 RECOMENDADOS

 Currulao de corona:
 https://www.youtube.com/watch?v=CRXPTconOR0

Un libro al viento de la antropóloga Ana maría Arango, directora de la Corporaloteca de la UTCH.

www.bibliotecadigitalbogota.gov.co/.../cocorobe-cantos-y-arrullos-del-p







jueves, 18 de diciembre de 2014

Alfredo Vanín - Islario del sur
Desde el sur, lo diverso
Poema de Aimé Césaire  a Frantz Fanon  - Seguido de una Ética para pulgarcitos, a propósito de palabras de una parlamentaria colombiana

Poema de Aimé Césaire a Frantz Fanon
El pasado 6 de diciembre, el psiquiatra, filóso y escritor revolucionario Franz Fanon (Fort-de-France 1925), cumplió 61 años de fallecido. La huella de su pensamiento por los que él denominara en uno de sus libros capitales Los condenados de la tierra, sigue vigente en hombres y mujeres  que han luchado por la descolonización y la igualdad social de nuestro planeta.

Presentamos un poema de Aimé Césaire, totalmente inédito en castellano, dedicado a Frantz Fanon  que aparece en Moi, laminaire Ed. du Seuil 1982, traducido por Lourdes Arencibia
A propósito del Ciclo de Pensamiento Social Caribeño: “Actualidad de Frantz Fanon: hacia un humanismo renovado”, que se ha celebrado en la Casa de las Américas del 24 hasta este 28 de octubre, La Ventana ha recibido de manos de Lourdes Arencibia Premio Aurora Borealis 2011, la máxima distinción que otorga la Federación Internacional de Traductores (FIT), la traducción del poema de Aimé Cesaire "Par tous mots/ guerrier-silex", totalmente inédito en castellano y dedicado a Frantz Fanon.

Frantz Fanon


CON TODAS LAS PALABRAS


GUERRERO-SÍLEX

se organiza el desorden valuador de colinas

bajo la vigilancia de árboles con tacones altos

implacables para cualquier hocico privado del rigor de los búfalos

eso

el eso deglute, rumia, digiere

conozco la mierda (y su cuadratura)

pero mierda

que celosa de las alas alimente al carroñero

pico

el engorde sin escrúpulos

de tanto corazón como nos falta

falso el sueño tan perentorio la ronda

por ese lado al menos se exuda

todo el sol almacenado al revés

del desastre

pues

ojo intacto de la tempestad

aurora

ozono

zona orógena

por algunas de las palabras que asedian un entorpecimiento

y la acogida y el despertar de cada uno de nuestros males

te enuncio

FANON
tú suprimes el hierro

suprimes los barrotes de las prisiones

suprimes la mirada de los verdugos

guerrero-sílex

vomitado

por la boca de la serpiente de los manglares.


 Aimé Césaire

PAR TOUS MOTS
GUERRIER-SILEX

le désordre s’organise evalueur des collines
sous la surveillance d’arbres à hauts talons
implacables pour tout muffle privé de la rigueur des buffles
ça
le ça déglutit rumine digère
je sais la merde (et sa quadrature)
mais merde
que zéle aux ailes nourrisse le charognard
bec
la pouture sans scrupules
tant le coeur nous défaut
faux le rêve si péremptoire la ronde
de ce côté du moins s’exsude
tout le soleil enmagasiné à l’ envers
du desastre
car
oeil intact de la tempête
aurore
ozone
zone orogène
par quelques-uns des mots obsedant une torpeur
et l’accueil et l’éveil de chacun de nos maux
je t’enonce
FANON
tu rayes le fer
tu rayes le barreau des prisons
tu rayes le regard des bourreaux
guerrier-silex
vomi
par la gueule du serpent de la mangrove.

Publicado en La Ventana. portal informativo de la Casa de las Américas (Cuba), 20/12/2011
POSTED BY CLAUDIO FERRUFINO-COQUEUGNIOT AT 10:28 AM


Ética para pulgarcitos
DE CABAL MANERA

Aunque cause hilaridad y chistes ácidos, las respuestas de algunas reinas de belleza no son las frases más cursis o equivocadas de nuestra triste historia. Hay frases de personajes prominentes de la política que nos deben hacer  pensar en qué momento nos equivocamos de memoria, de sitio, de personajes y hasta de lenguaje. Las declaraciones de permanente equivocación que dirige la senadora del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, son algunas de ellas. En la primera de ellas deseó el infierno para Gabo y Fildel Castro, como si su odio visceral a todo lo que suene diferente a su ideología clasista y racista tenga que ser condenado, así sea de manera simbólica, porque ya está claro que el infierno no existe, salvo entre otras en la mente del procurador Ordóñez, en la cabeza de las beatas y en la de la citada congresista.
Por último, para demostrar que su sinrazón no es producto del azar sino de una permanente psicosis contra la diferencia de la especie humana, dictaminó que “todos (los negros) son malos”, aduciendo el hecho de las condenas para alcaldes de Chocó. Y agrega que estos negros como “han carecido de todo, o nunca han tenido nada, se toman lo público para su propio provecho, y es muy difícil acordar algo con ellos, no así con los indígenas.
El columnista de Semana  llamaba hace poco “lenguas viperinas” a las de Uribe y su séquito, expertos en extraer consecuencias falsas de premisas ciertas. Por ejemplo, señora Cabal: ¿el hecho de que haya exalcaldes chocoanos presos implica que todos los negros sean malos? Cuantos no negros están presos y a quién –salvo a una menta sesgada- se le ocurrirá decir que todos los políticos blancos o mestizos son malos? Y ojalá pudiéramos erradicar todas los epítomes fenotípicos –a la larga racistas- para referirse al otro.
Además, señora Cabal: ¿los negros han carecido de todo? ¿Hasta dónde llega su desconocimiento de la historia? Empiece a estudiar juiciosamente, por el bien de Colombia, quiénes eran los hombres y mujeres de los reinos africanos antes de la soez intervención colonialista. Descubra cómo esos reinos eran ricos, y aunque hubiera contradicciones entre ellos, la vida no era la que tuvieron después de la esclavización.
Pero repase además la historia propia: recuerde que los cientos de conquistadores que llegaron a América, no eran precisamente potentados que lo tuvieran todo. Muchos llegaron arrastrando sus vidas para buscar un porvenir distinto en las llamadas Indias. La clásica frase: “con una mano atrás y otra adelante”, significa la manera como llegaron muchos que de ser  hampones o rebuscadores, se engrandecieron en América. No le hace bueno al país que sus dirigentes desconozcan la historia, y sobre todo que usen la ignorancia de ella –a veces a propósito- para enfrentar entre sí a un país que ya tiene bastante en materia de enfrentamientos.




miércoles, 3 de diciembre de 2014

UN HOMENAJE A MANUEL Y DELIA ZAPATA Y NUEVOS TEXTOS SOBRE LA MARCHA A BOGOTÁ DE LAS MUJERES DE LA TOMA

Textos de Elizabeth Castillo, Ana Margarita González y Jaime Arocha



Recordando a Manuel y Delia Zapata Olivella

Elizabeth Castillo Guzmán
Popayán, noviembre 27 de 2014

Se cumplieron diez años de la muerte de Manuel Zapata Olivella. Al recordarlo es inevitable nombrar a su compañera entrañable, la bailarina a pie limpio, la maga de su obra, su cómplice de aventuras por las geografías del folklor, doña Delia Zapata Olivella.
La presencia de ambos por los corredores del auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia, era parte esencial del final de los años ochenta.
        Manuel y Delia caminaban sin afanes, en medio de la turba de jóvenes intensos, revolucionarios impúberes y rebeldes de un tiempo sin tiempo. Delia maestra eterna de la Facultad de Artes y directora del Grupo de Formación Folclórica;  don Manuel, hermano sabio que daba a los actos cotidianos la contundencia histórica del que sabe de dónde vienen y para donde van las cosas de la vida.
        Ambos habían producido un saber fundante en la historia del folklor colombiano. Dieron la vuelta al país y al mundo enseñando en tarima lo que sabían de nuestro acervo cultural. Envejecieron en esa hermandad de humanismo, política y artes que siempre les rodeo.  
Ella olía a flores de monte. El sonaba a los ancestros negados.
        Ambos conmovían el mundo de las artes y el folklor. Don Manuel y doña Delia Zapata Olivella tomados de sus antebrazos como viejos antiguos, presenciaban un final de siglo cargado de leyes que nombraban y reconocían lo que había estado oculto.
Don Manuel vestía casi todos los días, su traje completo, con gabardina y paraguas por si acaso la lluvia sabanera lo sorprendía. Delia vestía de blanco, como “Orisha” extraviada en los páramos andinos, y cargada de semillas que acompasaban su rítmico caminar.
Durante más de treinta años formaron a los universitarios en el conocimiento del folklor, la cultura y la africanía. Compartieron con cientos de jóvenes lo que ella y él habían aprendido en sus viajes en viejos camperos por las  tierras de Candelario Obeso,  por entre rancherías de los wayuu de la alta Guajira,  a lomo de mula por  la Tierra Mojada del Sinú, y por los callejones de una negritud perenne.
Compartieron dichas y desventuras en esa fría ciudad que les había enseñado que en Bogotá eran “negros” y que eso sonaba a repudio. Por esta razón inventaron  ese magnífico día del negro, un 20 de junio de 1943, en el que protestaron y se rebelaron contra la discriminación en los andenes y el tranvía.

        En mayo del 2001 durante el funeral de Delia Zapata en su Palenque del barrio La Candelaria, en medio del desfile de músicos, artistas, políticos, intelectuales e innumerables figuras nacionales que acudían a ese póstumo homenaje a la maestra, Don Manuel permanecía sereno y silencioso, sostenido por sus recuerdos, en una vieja silla de cuero labrado, mientras con la solemnidad de las grandes estirpes, despedía a la bailarina de Lórica. Los tambores y la música no cesaron de sonar en ningún instante, tampoco la infinita tristeza del “hermano viudo” que empezaba también su senda del adiós.

Tres años después, en mayo del 2004, mientras acontecía la toma de una iglesia del centro de Bogotá por parte de activistas e intelectuales afrocolombianos, don Manuel en su nicho del Hotel Dann Colonial, decía que sin Delia se había quedado “más solo de lo que ya había sido toda su vida”. Su duelo no terminaría hasta el 19 de noviembre, cuando a pocas calles del Palenque de Delia, él se despediría solitariamente de todos y de todo.
        Los Zapata Olivella son una tradición sin cuyos nombres estaría incompleta la historia intelectual del siglo XX en Colombia.


Las voces de las mujeres afrocaucanas

por ANA MARGARITA GONZÁLEZ*

La movilización de las mujeres afrocaucanas pone de manifiesto un conflicto en el que actores legales e ilegales se disputan recursos naturales en territorios ancestrales de pueblos étnicos.
“¡Bateas si, retros no!” exclama Francia Márquez, una mujer afrocolombiana proveniente del Consejo Comunitario de La Toma (Cauca) que el pasado 25 de noviembre llegó caminando a Bogotá junto a 70 de sus compañeras.  El grupo de mujeres salió desde el Norte del Cauca en el marco de la Movilización de Mujeres Afrodescendientes por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales para denunciar los efectos de la minería ilegal de mediana y gran escala sobre su territorio, la ausencia de garantías para ejercer la minería tradicional y la violencia producto del conflicto armado. La movilización de las mujeres afrocaucanas pone de manifiesto un conflicto en el que actores legales e ilegales se disputan recursos naturales en territorios ancestrales de pueblos étnicos. Mientras tanto, el gobierno nacional  impulsa presuroso licencias ambientales  violando el derecho a la consulta previa.

El norte del Cauca es una región emblemática de la resistencia negra. La presencia de la comunidad afro en esta región está asociada a su labor en minas de oro y plantaciones de caña de azúcar.  Desde mediados del siglo XVI, estos pueblos practican la minería tradicional en las riberas de los ríos, que además de ser la principal actividad económica, es la base de la vida en comunidad.
Sin embargo, la región ha experimentado el impacto ambiental y social de varios proyectos económicos en los últimos 30 años. El primero de ellos,  la construcción en 1985 de la hidroeléctrica La Salvajina que generó la primera ola de desplazamiento de familias hacia zonas urbanas. Tras décadas de negociaciones con entidades del gobierno, este año, la Corte Constitucional ordenó la consulta previa y participación de las comunidades para establecer medidas de reparación  a indígenas de los Resguardos Honduras y Cerro Tijera, en reconocimiento a los daños colectivos y la violación de derechos territoriales.

Actualmente, la situación más crítica se deriva de minería industrial ilegal y de los títulos mineros legales sin cumplimiento de la consulta previa. A pesar de que el gobierno nacional ha conformado unidades especializadas para acabar la explotación ilegal, en el Cauca hay cientos de retroexcavadoras, muchas de ellas contaminando con cianuro y mercurio los ríos Cauca y Ovejas.
Además de los daños ambientales, la minería ilegal este año cobró la vida de 12 mineros como consecuencia del derrumbe de una mina en el municipio de Santander de Quilichao.  De igual forma, a la fecha - tan sólo en la jurisdicción de los municipios de Buenos Aires y Suárez- hay 21 títulos mineros inscritos (Catastro Minero Colombiano) Entre ellos, tres contratos de concesión para la empresa Anglo Gold Ashanti en los municipios de Suárez, Buenos Aires, uno en Morales, y uno en Santander de Quilichao.
En 2010, la Corte Constitucional exigió la consulta previa para expedir títulos mineros y licencias ambientales en la sentencia T 1045A y en 2009 resaltó la gravedad de la situación y declaró varios municipios de la región como casos emblemáticos para la adopción de medidas de protección.  Sin embargo, las autoridades locales y nacionales continúan sin responder apropiadamente al riesgo de la minería ilegal y  a anular los títulos otorgados sin cumplir todos los requisitos de ley.
Mientras en Cuba se discute sobre la paz y reparación a las víctimas, en el Cauca – y otras regiones del país - avanza un modelo de desarrollo económico extractivo sordo a los legítimos reclamos de estas comunidades. Ante la falta de soluciones efectivas, las mujeres del Cauca encarnan las voces que se resisten a la guerra y exclusión.  El Gobierno debe tomarse en serio las demandas de una intervención integral en estos territorios y toda la sociedad debería escucharlas, como un gesto de paz  y de reparación histórica.

*Investigadora del Centro de Derecho, Justicia y Sociedad –Dejusticia
Revista Semana.com - 3 diciembre  2014.

El antropólogo y columnista de El Espectador, Jaime Arocha, nos envía los enlaces de sus columnas sobre la marcha de las mujeres de La Toma desde Suárez (Cauca) hasta Bogotá. Un suceso poco divulgado por los medios, pese a su significado, en un país donde la minería a gran escala, ilegal o legalizada, está afectando de manera profunda los territorios y la vida de comunidades afrocolombianas e indígenas de Colombia.

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lunes, 1 de diciembre de 2014

MOVILIZACIÓN DE MUJERES AFROCOLOMBIANAS DESDE EL NORTE DEL CAUCA

La minería ilegal (y legalizada sin consulta a las comunidades afrocolombianas) sigue generando malestar, muerte y desplazamiento en diversos lugares del país, en zonas andinas, en el Pacífico,  en el norte del Cauca. Mujeres de La Toma (Suárez, Cauca), se movilizaron hacia Bogotá para lograr un objetivo impostergable: que sus territorios y sus comunidades no continúen siendo agredidos por la minería ilegal y el hostigamiento de los grupos armados.
El siguiente es uno de los comunicados enviados al país y a al exterior por las valientes mujeres que luchan por la integridad de la vida, expedido el 28 de noviembre pasado, ante la falta de atención  a sus demandas.

A las compañeras y los compañeros que se han solidarizado
A las compañeras y los compañeros de los medios que se han preocupados por nosotros sin faltar a la verdad de lo que hemos caminado
A las mujeres todas.
Nuestro amor a la vida es más grande que nuestro temor a la muerte. Estamos en el Ministerio del Interior, con presencia del Viceministerio de participación, el director del Comando Élite para el Combate de la Minería Criminal, Unidad de Formalización de Títulos Mineros, el Ministerio de Minas, el Ministerio de Medio Ambiente entre otras.
Muchas compañeras tuvieron que contener el llanto de digna rabia para poder hablar de que estamos de verdad cansadas de que sea esta la única manera de hacerse escuchar, estamos cansadas de tener que explicar y contar una y otra vez las formas en que hemos sido violentadas en nuestros cuerpos, en nuestras familias. No aguantamos más tener que salir corriendo a media noche por las amenazas, no aguantamos más que después de tanto tiempo, no se entienda que no queremos salir de los territorios en donde tenemos sembrados el ombligo. Estamos cansadas de escuchar los discursos que se repiten desde hace 7 meses con la tragedia de San Antonio que nos mató a 50 de los nuestros, A la institucionalidad le preguntamos hoy ¿Cuántos desplazamientos?, ¿cuantas muertes?, ¿cuantas violaciones se hubieran podido evitar si ya se hubieron cumplido las órdenes de la Corte en el Auto 005 y la Sentencia 1045ª?
Como buenas madres, hermanas, primas, hijas, mujeres, estamos llenas de amor y de paciencia, y es el amor y la paciencia lo que nos empuja, como mujeres negras seguimos andando y sembrando los pasos de las ancestras y los ancestros; por eso, 22 mujeres negras nos declaramos hoy jueves 27 de noviembre a partir de la 5:00 de la tarde en asamblea permanente en la Sede del Ministerio de Interior en la Giralda.
Insistimos que estaremos aquí hasta que se pare la minería ilegal en el Cauca, hasta que se deroguen los títulos mineros que se han otorgado sin consulta previa en el departamento del Cauca, que se cumplan las órdenes del auto 005 y la sentencia 1045ª, la ausencia de cumplimiento de estos requerimiento y compromisos establecidas desde hace tiempo, son las razones que nos hacen quedarnos aquí.
Convocamos toda la solidaridad toda contra la minería ilegal y criminal, contra las amenazas a las cuidadoras y las cuidadores de la Vida y los Territorios Ancestrales
Hacemos responsables al Estado Colombiano, al Ministerio del Interior, al Ministerio de Minas, a la Agencia Nacional Minera, a la Fuerza Pública, A la Agencia Nacional Ambiental, a la Defensoría del Pueblo, a todas las instituciones responsables de garantizar nuestros derechos, por nuestra integridad física y de nuestras y compañeras aquí en Bogotá, y también a quienes estén en el territorio siendo que desde el Ministerio del Interior está diciendo que ya no estamos aquí. Eso genera desconfianza en un clima donde la institucionalidad afirma que quiere construir confianzas.
Desde Bogotá, La Giralda