Hoy en islario del sur:
“Invisibles o desterrados”. Un
texto del profesor José Antonio Caicedo Ortiz, de la Universidad del Cauca.
Homenaje al gran compositor de El Banco magdalena-Colombia), José Barros, a cien años de su nacimiento.
Un texto:
Publicamos el texto “Invisibles
o desterrados”, como una manera de sentar precedentes. Hace pocos días, la
senadora payanesa y uribista Paloma Valencia, lanzó una de las propuestas más
desconcertantes de los últimos tiempos en Colombia, en vísperas del posible postconflicto.
Se trata nada más y nada menos que de dividir el departamento del Cauca en dos
pedazos: “uno para los indios y otro para los mestizos”, en vista de los
reclamos y alzamientos de los indígenas por sus tierras usurpadas, prometidas y
vueltas a usurpar. Para que los
indígenas –según ella argumenta- puedan dedicarse en sus resguardos a sus paros,
sin perjuicio del “otro” Cauca, formado por mestizos. No mencionó a blancos ni
a negros. Pero ya se sabe…
Paloma Valencia es, como su apellido
lo indica, heredera de una familia de latifundistas. Su mayor coherencia
estriba en que buscó el uribismo como dogma político y en él la plataforma para una despiadada manera de torpederar los esfuerzos de miles de
hombres y mujeres por crear un país para todos. En el caso que nos ocupa, un
departamento para todos. El departamento del Cauca, el de mayor diversidad
cultural de Colombia, cuna de una de las organizaciones indígenas más importantes de América nuestra (el CRIC) y de una estrategia de lucha que nunca ha incitado a la violencia sino a la solución pacífica, pero necesaria, merecedora de muchos reconocimientos internacionales.
Varias plumas reconocidas, entre
ellas las de Antonio Caballero (revista Semana) y Julio César Londoño (Diario
El país) se han ocupado del exabrupto (así
sea coherente con la manera de pensar de una derecha racista, feudal y
cavernaria).
El profesor José Antonio Caicedo
Ortiz pertenece a la nueva y notable generación
de investigadores y ensayistas afrocolombianos, riguroso en su indagación social
e histórica y en la búsqueda de una pedagogía incluyente para los que no hacen
parte del país de la senadora Paloma Valencia.
¿Invisibles o desterrados?
Jose
Antonio Caicedo Ortiz
Profesor
Universidad del Cauca
Las
intervenciones de esta semana propiciadas por la senadora del Centro
Democrático Paloma Valencia, han dado pie a que muchos se interroguen por el
lugar de las poblaciones afrocolombianas en la lucha por la tierra en el Cauca.
Su propuesta de dividir el departamento en dos, uno para indígenas y otro `para
mestizos, o como lo escribió Antonio Caballero, para blancos, siguiendo el
“alarde de corrección política” de la senadora, deja nuevamente por fuera a la
gente negra. Vale la pena recordar que
no se trata solo de un acto de invisibilización, sino que en la vocación
separatista de Valencia se refleja la mentalidad de olvido histórico hacia las
poblaciones de origen africano, quienes desde el siglo XVI han enriquecido a
las castas coloniales con su trabajo, sin recibir todavía mínimos actos de
reparación, al contrario, el olvido se perpetua y se perpetua.
Pero
además de la invisibilidad recurrente, pues todavía no se sabe, en qué lugar de
la utopía de la paloma iremos a parar los afrocaucanos, se evidencia la
indecente realidad actual de las poblaciones negras del Cauca. Y vale
aprovechar los actos de sinceridad de congresistas como Valencia, quienes al
abrir los polvorines del odio, nos activan la memoria para recordar que en
relación con el tema de la tierra, los antiguos esclavizados obtuvieron con
sudor y sangre sus territorios, que desde la época de las haciendas coloniales
venían construyendo en medio de la ignominiosa condición de la esclavización,
hasta apropiarlos y fundar varios
poblados, construyendo familias, barriadas y pueblos de libres, territorios que
ya no pertenecen a sus descendientes, porque el antiguo esclavismo fagocitó en
otras modalidades latifundistas produciendo un nuevo episodio de destierro, que
hoy tiene a muchas familias afrocaucanas en condiciones de proletarización.
La
propuesta de la senadora Paloma no incluye a los afros, pues como suele suceder
en casi todos los temas que tiene que ver con derechos territoriales, estas
comunidades pasan de ser invisibles a desterradas, pues no está de más recordar
que en el Cauca se presenta una de las mayores crisis humanitarias, como en la
costa Pacífica, donde 12 millones de hectáreas tituladas en los años noventa a
las comunidades negras, hoy son tierra de violencia y de nuevo despojo.
Pareciera
que los y las afrocaucanos son un azar de la historia y por ello no suenan
cuando se piensa en la conformación territorial del departamento, en una región
cuyo porcentaje de estas poblaciones llega al 30%. Como en el triste y celebre episodio de la
Asamblea Nacional Constituyente de 1990,
la gente negra vuelve a quedar por fuera del mapa. ¿Invisibles o
desterrados? Es mi pregunta. Seguramente
estamos frente a dos caras del mismo asunto. Invisibles porque a pesar de la
evidencia material, económica, estadística
y cultural de las comunidades afrocolombianas, en el Cauca no se les
nombra, ni siquiera en la mentalidad segregacionista de la senadora Valencia,
pero también desterrados, porque en este departamento, las hijos de la diáspora
siguen buscando el derecho a sus
tierras, despojadas desde
mediados de los años cincuenta del siglo xx, cuando la marea verde, a través de
diversas estrategias sumió a sus antiguos dueños en desterrados y como el en
viejo esquema colonial en condición de neo esclavización.
No se
trata ahora de cuestionar o poner interrogantes morales respecto de la legítima
lucha del movimiento indígena, sino más bien de hacer notar la recurrente
invisibilidad sobre las poblaciones negras, cuando de derechos se trata, quizás
no así cuando de alegrar el mundo de la caucanidad con su cultura y su folclor.
Ojala
todo esto no se trate de una maniquea estrategia para utilizar la grave
situación de tierras de las comunidades negras para deslegitimar o condicionar
las demandas de los pueblos indígenas o campesinos, tal como se intentó por
parte de parlamentarios caucanos durante los años noventa, a propósito de los
debates sobre la creación de las entidades territoriales indígenas (ETIs) en el
norte del Cauca. Pareciera que para las elites hacendatarias y parlamentarias,
como a la vieja usanza, convivir en medio de las diversidades culturales y
étnicas es un problema y una amenaza.
En
el Cauca se ha demostrado durante siglos
que es posible construir juntos en medio de una gran diversidad lingüística,
cultural, productiva y de modos de ver el mundo. Seguramente esto es menos
probable en las antiguas casonas donde pervive la pureza de castas, pero este
departamento es mucho más que unas cuantas calles señoriales. Es por esto que
no tiene ni pies ni cabeza pretender dividir una región cuya riqueza es el
resultado de una diversidad que convive a pesar de las enormes dificultades y
desigualdades existentes. Por esa simple razón de convivencia histórica de
diversidades, es que propuestas como la de la senadora Valencia, nos devuelven
a los tiempos de las cavernas de capillas y pilones.
Aviso: Y
mientras suben y bajan las opiniones de todo tipo y acento ¿qué dice el
gobierno frente al pliego de peticiones de los pueblos indígenas del
Cauca? No vaya a ser que pasemos por
despalomados y se nos olvide el motivo original de este conflicto. ¿Qué va a
pasar con los territorios de las comunidades afrocaucanas? No creo que la
salida sea pensar en un tercer ¨departamento para negros¨, como algunos ya
deben estar imaginando, sino aceptar que estas poblaciones también tienen
derechos territoriales.
Un homenaje:
El
compositor de El Banco (Magdalena) cumplió cien años de haber nacido (El Banco, Magdalena, 21 de marzo de 1915 -
Santa Marta, 12 de mayo de 2007).
Por las cadenas de televisión Señal Colombia y Telepacífico se transmitió desde
la tierra natal del genial y frondoso compositor un hermoso homenaje musical a su vida y obra, que
cerró Totó La Momposina con un público de pie, contagiado del poder de las
canciones y la voz de Totó, a quien habían precedido otros músicos y cantantes
como María Mulata, para que la magia fuera subiendo de tono. No faltaron las
cumbias, los boleros de su autoría. Por supuesto, “La piragua”. No faltó en la
presentación de Totó, el rasgado de jazz de una guitarra y los tambores de
legendario origen. La ministra de Cultura estuvo allí, en medio del
disciplinado público banqueño.
Ver el
homenaje completo en:
Hasta el próximo día de otro encuentro con islario del sur.
Desde el sur lo diverso
Alfredo Vanín
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