Elecciones
presidenciales en Colombia: un camino áspero
BITÁCORA DE UN PAÍS EN LA ENCRUCIJADA
Lo
que acaba de ocurrir en la primera vuelta de las elecciones presidenciales ya
no fue sorpresivo, salvo el repunte de la votación -sin duda de una opinión
consolidada- en el caso de la candidata del Polo Democrático Clara López
Obregón y su fórmula vicepresidencial Aída Abella.
Sin
pretender convertir al candidato-presidente en el santo de nuestra maltrecha democracia,
de nuevo el país está enredado en la trampa del caudillo del llamado Centro
Democrático, que mediante las formas más groseras de la política se dispone a
tomarse el poder para un tercer periodo, que puede ser un cuarto, estos dos últimos
en cuerpo ajeno. Si lo permitimos los colombianos que ya conocemos su postura
de usufructuario del gamonalismo tradicional de Colombia, del capital más salvaje y de pacificar al país
mediante la guerra sin derechos para las víctimas, los falsos positivos, los
esperpentos jurídicos más inconcebibles, que cuando fallan se subsanan con el
asilo político.
Las
castas fascistas que entre nosotros han cobrado fuerza escudadas en su odio
contra el comunismo, el ateísmo, y sobre
todo contra la posibilidad de construir un país más justo, saben utilizar la
guerra para beneficio propio, esgrimir la religiosidad católica como garante, declararse
protector de la familia “como lo más sagrado”,
y disparar dardos venenosos
contra todo lo que suene a derechos democráticos, como el aborto, la elección
sexual, la elección religiosa, incluidos los ateos, la dosis mínima, el derecho
a vivir en paz, tener salud y educación oportunas y a ser disidente sin que
signifique la muerte. Así, por ejemplo, hablan de una dictadura en Venezuela.
Pero se olvidan que si en Colombia hubiera ocurrido lo que allá, los muertos no
se contarían por docenas sino por miles. Desde luego, un solo muerto por una
protesta es demasiado, pero acá los que se oponen a las dictaduras personalistas
de los nuevos caudillos no son encarcelados: se mueren. Lo constatan los
magnicidios, los reclamantes de tierras, los líderes sindicales, los
periodistas disidentes, los de la Unión Patriótica, y ahora los de la Marcha
Patriótica.
A
Uribe y su gente en cambio parece no tocarlos ninguna figura institucional: si
acude a la Fiscalía es capaz de embolar sus zapatos sin inmutarse; si se le
acusa de hacer montajes y espionajes, resulta que los montajes y espionajes los
hacen sus contradictores.
Y
todo disfrazado de una incansable lucha por la “seguridad democrática”, que a
la larga está escudada en la impunidad más desastrosa. Y todo refundido entre los fantasmas que les ha hecho parecer
como ciertos a los colombianos: el castrochavismo, entre otros, y el poder de
las Farc, quienes según la teoría del Centro Democrático, de su caudillo y de
sus súbditos, representan el único peligro que amenaza al país, sin que el
pueblo confundido por su retórica altisonante entienda que las Farc son el
resultado de un régimen que se impuso a sangre y fuego, antes de la muerte de
Gaitán, que mostró su lado más camaleónico con la construcción del Frente
Nacional, donde terminó de hundirse todo proyecto alternativo de participación
política que no estuviera marcado por el bipartidismo, y que hoy, fraccionado
en partidos de garaje y de conveniencias momentáneas, son los otros con las
mismas. Y del llamado castrochavismo ni hablar, algo que no se le habría
ocurrido a nadie más, pero que el Centro Democrático quiere mostrarnos como la más
peligrosa de las ideologías de América Latina, en una jugada maestra del
desatino, que influyó notoriamente en las masas a la hora de ir a las urnas o
declararse en abstención.
El
poder que está en juego, que pasaría a Uribe, por intermedio de Zuluaga,
amenaza entre otras cosas con detener el proceso de la firma de paz con la Farc
y con el ELN que se adelanta en La Habana. Se fortalecerán los grupos
pacificadoras, con una retoma de las más
sangrientas. Los procesos mineros que ahora gozan de buena salud mientras
destruyen ecosistemas, tejidos sociales, esclavizan y causan la muerte de
ciertos de personas en zonas altamente vulnerables, tomarán mayor fuerza, junto
con los TLC. Y lo peor, las represiones contra las protestas se fortalecerán. Y
no porque Santos se oponga a todo lo anterior, sino que es mucho más
depredadora la visión de tierra arrasada que
presenta la llamada Seguridad Democrática, dueña absoluta de la verdad,
hegemonista, mesiánica y lanza en ristre contra todo lo que suene “demoniaco”
en un país que al parecer sigue consagrado al Sagrado Corazón cuando la Constitución
que nos rige lo declaró laico, multicultural, pluriétnico.
Todo
esto ha sido repetido y vuelto a repetir por columnistas, por escritores, por
analistas políticos sensatos. Pero nuestro pueblo no lee la prensa, y si la lee,
una sola palabra que muestre amenazas que no existen, como el castrochavismo,
basta para convencerlos de los peligros que se inventan los magos de las farsas
democráticas. Con solo recordar que cuando surgieron las Farc los grandes
problemas de la tierra ya existían.
De
todos los defectos que se le han señalado a Santos, evidentes, un nuevo mandato
del “corazón grande con la mano dura” no será más que la aceleración de la
agonía de un país que se hunde cada vez más en la pobreza, en el rebusque, en
la falta de salud y de educación porque todo se ha privatizado, pero espera que
“caudillos verracos” lo saquen de un precipicio que ellos mismos ahondan cada
día, como ocurrió con los agroingresos seguros, los crímenes llamados falsos positivos, las celebraciones por
matanzas como la del Aro y otras acciones que parecen resbalar en la memoria de
sus ejecutores y del pueblo colombiano.
Todo
esto ha llevado a unas alianzas antes insospechables, sólo por defender lo
mínimo que nos queda de democracia y por la posibilidad de un acuerdo de paz,
que va por buen camino, en medio de más
de sesenta años de guerra y de crecimiento del latifundio a costa del despojo y
la sangre de los campesinos, alimentado en las últimas décadas con el narcotráfico.
En
las manos de todos los ciudadanos estará la decisión este 15 de junio.
Un
video: fascismo
pierna arriba
es
lo que nos dice este segmento de noticias que prende las alarmas sobre lo que
viene en camino en caso de ganar el uribismo.
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