MIRADAS A TUMACO
Por Alfredo Vanín
El nombre oficial de la
ciudad es San Andrés de Tumaco. Su gran extensión rural lo convierte en uno de
los municipios más grandes de Nariño y de Colombia. Hace límites con la
Provincia de Esmeraldas (Ecuador), fronteras que solo demarcan un mapa, pero no
una relación cultural fluida y llena de contradicciones: por un lado las relaciones
familiares y comerciales a pequeña
escala, y por otra la desastrosa movilidad del narcotráfico que la convierte en
una zona de alto peligro. La carreta binacional está a punto de ser concluida y
unirá por fin a las dos naciones que antes aprovechaban el mar y el río Mataje
para transportarse solo por vía acuática. Como
“fundación oficial” se tiene la del año
1.640, atribuida a un sacerdote. Pero sin embargo, es mucho más
confiable la versión de unos esclavizados que huyen de las minas del Telembí y
otros ríos mineros y crean un poblado muy cerca de donde se encuentra ahora Tumaco.
Hoy, los indígenas awá, de la
cordillera, están en distintos lugares del Distrito. Los eperara se asentaron en años pasados en zonas del río Mejicano –después
de una larga peregrinación- huyendo de
la violencia en el río Saija y el Sanquianga, al norte.
Pese a los conflictos, Tumaco sigue siendo un lugar exquisito, lleno de sorpresas y contradicciones. Según el mito, el pueblo creció sobre tres peces, sobre los que la arena formó las tres islas: el Morro, La Viciosa y Tumaco. Y cada vez que los peces cambian de posición, hay un terremoto. Lo cierto es que el pueblo está situado en una zona de alta sismicidad, sobre el famoso Cinturón de fuego del Pacífico. La silueta del Morro, en la playa homónima, es mayor sitio de atracción y el emblema de Tumaco, junto a Bocagrande, la playa histórica de la canción “Noches de Bocagrande”, de Faustino Arias Reynel.
Fue
el asiento de una gran civilización denominada Tumaco-La Tolita que tuvo su
origen en migraciones prehistóricas desde el actual país ecuatoriano. Su nombre
obedece a las tolas o montículos
donde se practicaban en algunos casos entierros ceremoniales. La
cultura túmac sorprende con los hallazgos arqueológicas. Eran cultivadores, orfebres
y pescadores. A la
llegada de Francisco Pizarro y Almagro, con su tropa rumbo al Perú, estaba habitado
por un grupo de indígenas, diezmado ya,
que decían descender de los Caras. La decadencia
es atribuida por algunos investigadores a los grandes esfuerzos de expansión
realizados hacia el norte del Pacífico, sin que los suelos fueran tan fértiles
como los que dejaban atrás. Otra teoría, no confirmada, apunta a la acción de
un tsunami que devastaría el territorio indígena. Dejó un gran legado de
cerámica y orfebrería, que continúa descubriéndose, pero en gran parte mediante
extracciones ilícitas, no documentadas.
El estudio de esta cultura es aun deficiente. Lo cierto es que cada día se desentierran cerámicas y piezas
de orfebrería en oro, mayoritariamente de manera ilegal, sin documentación
científica, que luego se comercian en mercados clandestinos.
Tumaco vivió tiempos
florecientes con la exportación de la tagua, hasta bien avanzado el siglo XX. Algunos
europeos se establecieron en su territorio y dominaron el comercio. Grandes
barcos veleros y motoveleros realizaban el comercio con el mundo. Pero la tagua
cedió su puesto a una industria del plástico en el mercado mundial, aparte del
agotamiento de la especie. Esta actividad marcaría la conformación
estratificada de la sociedad tumaqueña de hace un tiempo.
El Estado colombiano y las poderosas
empresas mineras, desde la lejana Colonia, destinaron a los pueblos nuestros como proveedores de riqueza
y mano de obra esclavizada o jornalera. Pero tanto Tumaco como los demás
pueblos del Pacífico ha sufrido desde hace mucho tiempo también por causas
internas como el vasallaje político y la
corrupción administrativa (salvo muy pocas administraciones), dos realidades que cubren a toda Colombia,
pero que en nuestros pueblos son mucho más desastrosas debido a las carencias
seculares, que no serían tales si el rumo productivo asociativo de las comunidades
negras e indígenas siguiera seguido su curso una vez emancipados. En Tumaco,
por ejemplo, una familia se entronizó en el poder de una manera que hasta hoy
tiene repercusiones en la estructura política. Y el panorama actual no es nada
halagador, pese a que Colombia adoptó la elección popular de alcaldes, porque
las estructuras de poder local impiden todo cambio, basadas en las carencias y
credibilidad de las comunidades. La Constitución del 91 y todas las leyes
étnicas y educativas que derivaron de ella, no han surtido el efecto necesario
para el bien de las comunidades, por causas externas e internas. Para colmo,
los peces del mito se movieron. El terremoto maremoto de 1979 causó grandes daños en la zona urbana. El corregimiento
Playa San Juan situado sobre el mar fue
barrido por la marea y el casco urbano sufrió numerosas destrucciones.
A lo largo de su existencia, Tumaco ha
tenido “bonanzas” económicas. La tagua (o marfil
vegetal) atrajo migrantes europeos;
el caucho, la pesca, la palma africana y por último la siembra de coca, que
convierte a Tumaco en uno de los epicentros del narcotráfico más importantes de
Colombia, luego que fueran expulsados del Putumayo gran cantidad de cultivadores y raspachines. Llorente, a una hora sobre
la carreta a Pasto, es un centro importante del asentamiento que creció en los
últimos años con la bonanza del narco, en medio de las comunidades negras y
awá. El despilfarro de la nueva riqueza llega a límites que parecen
incomprensibles, como lo es también la violencia y los graves desplazamientos
de la población urbana y rural. Los jóvenes son reclutados desde muy temprano, en
busca de un nuevo estilo de vida, basado en la ostentación, en los licores
caros, los carros de alta gama y las celebraciones desmedidas y ostentosas, que
marcan la nueva época. Las mujeres jóvenes están en constante peligro por
violaciones o por la seducción que ejerce el poder económico. La tragedia que
representó la implantación del monocultivo de palma africana significó un alto
beneficio económico para los propietarios (inversionistas ausentes), una
actividad que generó despojo de tierras,
lanzó a muchas familias a la zona urbana, y a muchos jóvenes a la criminalidad, entre ellos los
famosos “aletosos”, bandas que hicieron estrago sobre todo en las comunas más
alejadas, a fines del siglo pasado.
Lo cierto es que su situación actual es
aterradora. La guerra llegó con desplazamientos, muertes continuas y el cambio
drástico de aspiraciones de una juventud por el dinero abundante y rápido. La
ineptitud y la corrupción desde hace
mucho tiempo mantienen expectativas no cumplidas y derechos fundamentales
vulnerados. Con la llegada del monocultivo de la palma africana en los años 90,
se inició el desplazamiento de campesinos y la pérdida de la autonomía
alimentaria, y con la siembra de la
coca, se ha consolidado la violencia de
los grupos armados ilegales que comercian la cocaína que desde allí sale a Centroamérica.
Con el ánimo de nombrar solo algunas figuras del arte, sin agotarlas, decimos que Tumaco ha producido destacados intelectuales, poetas, decimeros, músicos y cantantes de gran talla. Poetas como Payán Archer de talla nacional e internacional, al igual que Faustino Arias. Caballito Garcés y Tito Cortés siguen siendo las figuras más reconocidas entre los artistas locales. Caballito Garcés tiene una estatua que lo inmortaliza. El marimbero Francisco Saya es uno de los inolvidables maestros de música vernácula que produjo Tumaco. La escuela Túmac de música y fabricación de instrumentos, del maestro Francisco Tenorio, mantiene vivas las tradiciones musicales. La maestra cantora Eva Pastora desciende de la Cueva del Sapo, una casa que debe recordarse siempre porque era allí donde el bambuco viejo tenía la fuerza que proyectó hacia los nuevos tiempos. Sin embargo, muy pocos recuerdan a Terig Tucchi, un cantante y míusico internacional que fue muy reconocido en Argentina y Nueva York.
En la décima, no podemos olvidar al decimero Catalino Moreno, “la alondra pindaleña”, que seguramente fue el autor de una de las décimas glosadas más importantes del Pacífico: “La concha de almeja”, una composición que circuló por toda la región Pacífico, cuando la décima ejercía su función de poesía popular y crónica de la vida ribereña. Solo hace pocos años comenzó a ser publicada, y ha permitido que perdure. Benildo Castillo, “el autor de las tres letras”, fue su alumno. El Diablo, un tenaz decimero ha continuado el legado difundiendo por Colombia una práctica poética oral de gran arraigo en otros tiempos y creador de escuela en Tumaco, donde escuché alguna vez una décima recitada a ritmo de hip hop.
Stella Márquez, la Miss Universo de 1959, era
tumaqueña. Entre otros acontecimientos, en Tumaco se creó el ya desaparecido Festival
del Currulao, una actividad cultural que antecedió al Festival Petronio
Álvarez, incluso con invitados internacionales, fruto de una idea de los líderes
culturales Francisco Tenorio y Julio Montaño.
Un periodista nariñense, de cuyo nombre
quiero acordarme, escribía algo estremecedor: a Tumaco no lo destruirá un
tsunami sino la corrupción. Incendios, terremotos, corrupción, narcotráfico,
señalan un cuadro trágico. Pero Tumaco tiene como muchos pueblos la fuerza para
salir de la tragedia, poco a apoco, si hay un norte claro. Y ese norte está en
la función como puerto en el sur, que ha sido descuidado, como productor
agrícola de gran diversidad en otro tiempo, como centro turístico inigualable. Pero
sobre todo con un cambio de mentalidad popular hacia la consolidación de un
nuevo rumbo político. Tumaco debería ser el gran puerto al sur, junto a Guayaquil (Ecuador), si realmente hay voluntad
política del gobierno colombiano, dados los cambios que está sufriendo el
comercio internacional y el límite al que llegará Buenaventura.
VOCES
EN TRÁNSITO
Para complementar esta publicación, le pedimos a varios personajes de Tumaco que
nos enviaran algunas de sus percepciones sobre Tumaco, y a un escritor nativo
que realizara una nota sobre los escritores y decimeros de Tumaco. Desde luego,
no se agota todo lo que se puede afirmar o escribir sobre un pueblo, pero
abrimos aquí un recorrido por los
pueblos del Pacífico, como un inmenso islario...
No hay fuerte inversión
(Jorge Arellano, ingeniero civil)
La gran cantidad de ONGs generan recursos y promueven el
crecimiento económico.Todo está bien, salvo el crecimiento de la corrupción,
las bandas criminales, el narcotrafico…
No hay fuerte inversión en el desarrollo
social. No hay un estado fuerte nacional, departamental ni municipal. Se acerca
la terrible fumigación por aspersion aérea que acarreará daños irreparables a
las personas, a la flora y la fauna. Y contaminará los ríos.
Yo veo a Tumaco muy mal
(Julio Andrade, comerciante y líder cívico)
No tenemos dirigencia en ningún ámbito.
Estamos mal en lo político, en lo económico y en lo social. En lo político no
veo perspectivas claras de líderes que puedan enderezar el rumbo de lo que
estamos viviendo. De tal manera, que seguiremos siendo la finca de Neftalí.
Del otro lado, quienes se han agrupado para
hacerle oposición, tienen las mismas
características de bandidos. No se vislumbra en el panorama, una tercería que
pueda cambiar las cosas o hacer la diferencia. En lo económico, el sector
comercial desde hace algunos años ha
venido sufriendo un descenso progresivo, que hoy acentuado por la pandemia,
tiene este sector prácticamente en la quiebra. Sabemos que no hay empresas, ni
industrias que generen trabajo suficiente y que por supuesto los empleadores
del Estado, están politizados y además es un porcentaje menor. Sin embargo, y
para nadie es un secreto, este pueblo se
sostiene gracias a una economía subterránea y que paradójicamente la
necesitamos.
El tercer tema, el más preocupante,
corresponde a lo social. Ya vimos en días passdos, el reflejo del
resquebrajamiento de la sociedad, caída en lo más profundo del mal
comportamiento de nuestros paisanos. Lo peor, es que esto tiende a empeorar.
Podemos enumerar un sinnúmero de culpas y culpables, pero, no igual,
soluciones. Cambiar este tipo de comportamientos, requiere de un trabajo
articulado de muchas instituciones, esencialmente de presencia de Estado, y no
precisamente de fuerza pública, sino de estamentos educativos, culturales, etc., etc…
Convergen en Tumaco una cantidad de
situaciones, que hacen de nuestra “perla”, el caldo de cultivo de condiciones
invivibles. En el casco urbano de Tumaco convergen nada más y nada menos que
los pobladores de 365 veredas. Gente del campo que ha sufrido durante toda su
historia el abandono del Estado, muchísimos de ellos sin escolaridad alguna y,
para acentuar la situación, con poder
económico ilícito y armado.
Fortalezas a futuro: difícil. Pero
personalmente, tengo puestas las esperanzas en dos temas que podrían ser
fundamentales:
El primero es la apertura del puente
binacional del río Mataje, siempre y cuando el próximo gobierno, porque éste no
creo, cumpla con las exigencia de Ecuador, de garantizar la seguridad y los
establecimientos de control.
Lo segundo es el turismo, que sería el
primer renglón de nuestra economía si nos lo propusiéramos con seriedad. Para
ello, tendríamos que dar pasos fundamentales en materia de servicios públicos y
saneamiento. Sin esto no sería posible.
Rescatar para la comunidad las playas del Batallón
(de Infantería de Marina) y que el gobierno entregue las casas fiscales que
pertenecían a Ecopetrol, para un complejo hotelero, es un sueño que tengo hace
años.
Solo esto cambiaría la historia de Tumaco,
o por lo menos reduciríamos las cifras de desempleo en un 40 o 50 por ciento.
LA
LITERATURA DE TUMACO
Por: Óscar Seidel*
Nuestros primeros habitantes en el Pacifico
sur fueron los indígenas túmac. Luego poblarían el territorio los Sindaguas y
finalmente los Awas. Hay dos versiones sobre el origen de los Tumac: la primera
es que descienden de los mayas, y la segunda es que provienen de los caras del Birú.
Luego vendrían los europeos. Fue Vasco Núñez de Balboa el que atravesó la serranía del Darién para descubrir que al oeste de Panamá había un hermoso océano al que bautizó Pacifico, o Mar del Sur. Después nos invadió el extremeño Francisco Pizarro. Impusieron su religión y el idioma castellano, que desde entonces lo hablamos y escribimos. El ciclo de migraciones se cierra con los nativos africanos, quienes fueron esclavizados para aportar la fuerza física al fatigoso trabajo en las minas, en la pesca, y en la agricultura, y aunado a su alegría del baile, el misterio de la Santería, y el sonido fuerte de sus dialectos, se mezclaron con las otras comunidades para conformar la etnia Pacífica.
En
principio los indígenas y los negros se comunicaron a través de sus lenguas,
pero ante la presión de los europeos terminaron hablando idioma de Castilla,
entreverado con sus lenguas que hablaban de forma oculta. Esto dio origen a la
culta palabra del Pacifico, la cual se difundió a través de la oralidad en
montes y ríos, y en el lenguaje de los puertos marítimos y fluviales.
Tiempo después, empiezan a aparecer
expresiones culturales escritas, que no dejaron olvidar sus historias y
vivencias expresadas de forma oral. Es así como surge, hacia la tercera década del siglo XX, una
pléyade conformada por poetas, ensayistas, cuentistas, cronistas, y novelistas,
quienes inspirados en el mar y la selva escribieron prosas y versos fabulosos. El
mar, siempre el mar, ha inspirado a nuestros cultores de la palabra en el
Pacifico, y a través del mar cantan, ofrecen amor, y expresan sus desdichas por
la mujer que se fue, como el río que desemboca en el mar.
Después de trasegar por este mar literario,
sólo nos resta decir que tanto la
Tradición literaria Oral como la palabra escrita incidieron para que en
Tumaco se cultive de manera intensa la
palabra. Mencionemos algunos autores
tumaqueños de esta y las pasadas décadas, que han sido publicados:
Poesía
-Guillermo Payan Archer: La Bahía Iluminadaa y CenizaViva.
-Faustino Arias Reinel: Sermón del Superviviente.
-Manuel Benítez Duclerc: La Isla de los sueños. -Herman “Moro” Manzi Benítez: Ramas y Prisionero del mar . -Piedad Ayora: Motivaciones. -Helena Jiménez de Lozano: Remembranzas y olas. -Álvaro Benítez Acevedo: Presencia del recuerdo y Amanecer y Triunfo. --José Ziadé Benítez: Ensoñación marina. -Nila Del Castillo: Reencuentro con mis ancestros. -José María Obando Garrido: Bajel de mi destino. -Octavio Montes Arango: Decálogo de versos constructores de paz. --Carlos Francisco Palma Urbano: Aparece en Antología de poesía Nubes Verdes.
-Lino Antonio Sevillano: Navegación interior.
-Carlos Vásquez-Zawadzki: Liberaciones y
Percusiones. -Jenny
Tenorio Caicedo: Entre el olvido y la
esperanza.
Cuento
-Oscar Benítez Del Hierro: Cuentos y Cantos de amor y de mar.
-Fernando Pinzón: El país del mar y Los perros de la risa amarilla.
-Hernando Arcos Salazar: Crónicas de la manglería.
-Óscar Seidel: En el mar de sus
recuerdos y Contra el destino nadie
la talla. Luis Alfonso Obando: Los
hambrientos de Dios.
Novela
-Ligia Vonblon: Salvador el hombre que amaba el mar.
-Stella Estrada Mosquera: El doctor sin letra.
3. Oscar Seidel: El dulce olor de Puerto Perla.
Décima
-Benildo Castillo:
Décimas del Pacífico (antología de
Óscar Mora)
-Francisco
Carabalí Castro (“Pachìn”): “La tunda brava” -----Carlos Rodríguez
(“El diablo”): Trayecto de la Palabra.
-Telmo Santiago Angulo (“El decimero menor”): “Décima Cimarrona”.
Etnoinvestigación
-Justo Walberto Ortiz: Diccionario Tumaqueño. -Luis Antonio Biojò Cortés: Creencias y costumbres negras.
-Telmo Leusson Flórez: Conozca a Tumaco. -José Carabalí Casto: Perfiles. Dirige la revista La Mina.
-Jefferson Sánchez Cifuentes: Ensayos sobre Tumaco.
Francisco Benítez Acevedo: Mosaico de una Época. -Gustavo Escrucería Delgado: Histografía de Tumaco y Divertimento.
*Óscar Seidel es ingeniero
industrial y narrador.
El tema musical de hoy:
“Te vengo a cantar”, del Grupo Bahía, dirigido por el compositor y músico guapireño Hugo Candelario González:
Mi mayor consideración por tan valioso aporte a la cultura del Pacífico colombiano y de Colombia. Gracias por este plato de ceviche y pudandao.
ResponderEliminarMuy interesante este relato sobre la historia de Tumaco. Felicitaciones Oscar. Un cálido y fuerte abrazo de felicitación
ResponderEliminarGracias Alfredo Vanin por darme la oportunidad de participar en este Islario.
ResponderEliminarClaro Óscar, seguiremos convocando voces en este espacio.
ResponderEliminarGracias por esta visión de la problemática tumaqueña.
ResponderEliminarQué buen repaso y "puesta al día" sobre nuestro querido Tumaco. Una gran pena la situación actual y sin esperanza de salir a flote a corto plazo. Un abrazo, Alfredo
ResponderEliminar