HAITÍ-REPÚBLICA DOMINICANA: UNA RELACIÓN IMPUESTA POR EL COLONIALISMO
Una entrevista a dos novelistas de la isla: la haitiana Edwige Danticat
(1969) y el dominicano Junot Díaz, ambos residentes en Estados Unidos.
Edwige Danticat (1969) fue considerada en 1996 como
una “de los 20 mejores americanos jóvenes”.
En 2008 fue premiada con el National Book Critics Circle Award por su
libro Brother, I´m dying.
Junot Díaz (1968) es una de las grandes voces literarias
de América latina en Estados Unidos, comprometido con la causa de los
inmigrantes. Fue premio Pulitzert de novela con su obra La breve y maravillosa vida de Oscar Wao, que desnuda el imperio
del terror del dictador Trujillo.
“El
antihaitianismo es ideología racista, sea practicada por Francia, EE.UU, RD o
las élites haitianas”.
"Y realmente tenemos que encontrar una manera
de conseguir sacar a nuestras elites de entre nosotros. Ellas han hecho más
para promover la circulación del odio y la sospecha que nadie. Sigo imaginando
lo que sería posible, si nuestras élites no estuvieran gritando en nuestros
oídos constantemente"
República Dominicana y Haití vistas
desde la diáspora en una entrevista a los escritores Junot Díaz y Edwidge
Danticat
Publicado por
Americas Society and Council of the Americas.
Una
conversación con Edwidge Danticat y Junot Díaz – (Richard André/ Americas
Quarterly)
En un
fallo histórico, el Tribunal Constitucional de la República Dominicana en
septiembre pasado despojó a un estimado de 210,000 personas, la mayoría de los
cuales son dominicanos nacidos de haitianos trabajadores de la caña, de su
ciudadanía, al hacerlos, de hecho, apátridas. La protesta de la comunidad
internacional que se produjo incluye a Junot Díaz y Edwidge Danticat, dos de
los autores contemporáneos más conocidos de la isla de La Española. Amigos
desde hace más de 20 años, Danticat (de Haití) y Díaz (de la República
Dominicana) han sido implacables en su condena a la sentencia. En un
intercambio escrito moderado por el editor de producción de Américas Quarterly y
el haitiano-estadounidense Richard André, Díaz y Danticat analizan las raíces y
legados del racismo y los conflictos en los países vecinos, el impacto de la
decisión del tribunal, y la responsabilidad de la diáspora para construir
puentes entre dominicanos y haitianos y defender los derechos humanos en el
país y en el extranjero.
Americas
Quarterly: ¿Qué
creen ustedes que la mayoría de los haitianos y dominicanos no entienden sobre
el país vecino?
Díaz: Depende de a quién le estás
preguntando. Algunas personas del lado de la República Dominicana saben mucho
más acerca de su vecino que otros. Algunos dominicanos son en realidad
descendientes de ese vecino y podría saber algunas por esa razón.
Sin
embargo, no hay duda de que no hay suficiente contacto real, y que las
manifestaciones antihaitianas de ciertos sectores en la República Dominicana
han contribuido a ensanchar la brecha entre ambas naciones, y han hecho más
difícil para nuestras comunidades estar en una comunión fructífera, excepto a
través de las generalizaciones más simplistas, divisionistas ‒y en el lado dominicano,
sensacionalmente racistas sobre los otros. Pero si tengo que responder en forma
más específica: [ninguna de las partes entiende
que] somos hermanas y hermanos, que compartimos una isla pobre y frágil, y que
sin una verdadera solidaridad no vamos a lograrlo.
Danticat: Estoy de acuerdo en que tiene
mucho que ver con a quién usted le está preguntando, y también el lugar donde
se encuentra. Hay muchas familias mixtas, por supuesto; y en muchos lugares de
la isla, las personas que crecen en estrecha proximidad son prácticamente
indistinguibles físicamente.
También
hay una gran cantidad de personas que entienden que compartimos una lucha
común, y especialmente, que los pobres de ambos lados de la isla están luchando
contra el mismo tipo de políticas de detención e inmigración en la diáspora.
Tal vez necesitemos saber más acerca de estas personas. Con frecuencia, en el
diálogo sacamos nuestras cicatrices históricas, pero no nuestros puentes históricos;
esto, debido a que nuestros vecinos están exclusivamente definidos por lo que
nos hicieron a nosotros, en lugar de por lo que podemos hacer juntos.
Dicho
esto, creo que algunos -en verdad, no todos- dominicanos tienen una idea muy
limitada, casi estereotipada de lo que una persona haitiana parece y de cómo
actúa. Y con frecuencia esto tiene que ver con la gente en contra de las que
algunos están más prejuiciados: las personas que trabajan en los bateyes.
Cuando yo solía viajar a República Dominicana, tenía que pasar los primeros 15
minutos en una buena cantidad de conversaciones que iban y venían con alguien
que trataba de convencerme de que yo no soy realmente haitiana porque ellos
creen que saben lo que se supone que es un haitiano.
Conozco a
muchas personas que nunca salieron de Haití y que también han tenido esa
experiencia. Esto está arraigado en un tipo de falta de flexibilidad; una
incapacidad por parte de algunos para vernos de diferentes maneras: como
vecinos, amigos, aliados, y como hermanos y hermanas, en un sentido más abierto
y más amplio.
AQ: En su opinión, ¿qué papel tiene la
historia en la forma en que las dos naciones interactúan?
Díaz: Mucho. Pero para mí decir
simplemente que “la historia desempeña un papel” sin por lo menos tratar de
examinar los hechos duros de lo que ocurrió realmente, sólo serviría para
oscurecer tanto la ya compleja situación, como la profunda culpabilidad que las
potencias europeas y norteamericanas tienen en la miseria de Haití y en el
conflicto entre Haití y la República Dominicana.
Tenemos
que tirar con todo lo que podamos al gobierno dominicano para detener esta
farsa. Necesitamos protestas y cartas y correos electrónicos… Afortunadamente,
hay un montón de organizaciones e individuos que luchan por esto. La
historia, de hecho, tiene un papel en lo que estamos viendo hoy. Pero es una
historia compleja, multivalente, que involucra al exdictador Rafael Trujillo y
el genocidio [contra los haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana]; una
historia sobre la que se cierne la depredación de Europa y EE.UU. y las élites
haitianas y, sí, también la República Dominicana.
No hay
duda de que muchas élites dominicanas históricamente, han hecho uso de una
metafísica de odio hacia Haití para ganarse el favor de los poderes coloniales,
y también como una manera de modular toda clase de contradicciones internas
dentro del Estado dominicano (y como una forma de consolidar el poder a través
de las prácticas nacionalistas). Pero la tortuosa historia de la República Dominicana
con Haití no puede entenderse al margen de la historia mayor de las potencias
coloniales que ayudaron a iniciar a la RD en la metafísica del odio hacia
Haití, en primer lugar.
Danticat: La historia tiene un papel muy
importante, por supuesto. No sólo la historia de la cual no se puede evitar
hablar -los tiempos en que los líderes de nuestro lado de la isla estaban
también en su lado de la isla. O la masacre de Trujillo en 1937. Algo que no se
menciona tan a menudo es que a principios del siglo XX (de 1915 hasta 1934 para
Haití, y desde 1916 hasta 1924 para la República Dominicana), la totalidad de
la isla estuvo ocupada por Estados Unidos.
Por otra
parte, en RD, en la década de 1960, Trujillo -quien no sólo organizó una
masacre, sino que acabó con varias generaciones de familias dominicanas- fue
entrenado durante la ocupación por los Marines de EE.UU. y puesto en el poder
cuando estos se retiraron. Lo mismo ocurrió con el ejército haitiano, que
aterrorizó a los haitianos durante generaciones. No es una cuestión de culpar,
sino un hecho histórico.
Los
intereses azucareros estadounidenses se hicieron más y más poderosos durante la
primera ocupación, y EE.UU. incluso tenía una mano en la toma de decisión sobre
cuál debía ser la frontera entre los dos países. Así que hemos tenido nuestros
propios problemas internos, pero también ha existido esta muy poderosa
intromisión histórica para asegurarse de que nos mantengamos divididos, para
que nuestros recursos puedan ser hurtados más fácilmente, como en el caso de la
producción de azúcar; o para servir como un muro contra el comunismo.
Cuando la
gente habla de “color” (de piel) en la República Dominicana ‒y estoy seguro de que esta no es la única fuente del asunto‒, uno puede imaginar a estos Marines del sur de los EE.UU. que llegaron
durante las ocupaciones estadounidenses y establecieron sus clubes y sus
jerarquías, tal como lo hicieron en Haití, premiando cualquier tipo de
proximidad a la blancura, empujándonos más allá de color, hacia a una
versión del sistema Jim Crow estadounidense.
AQ: ¿Qué se puede hacer para sanar esas
cicatrices históricas?
Danticat: Tenemos que seguir hablando
entre nosotros y airear las diferentes capas de la verdad. Tenemos que estar
dispuestos a escuchar a la otra parte y aceptar ser interrogados como nosotros
también interrogamos a los otros. No sólo aquí, donde es más fácil, sino
también en la isla. A menudo, cuando se habla de curación, la gente piensa que
te refieres a la ocupación cultural. Tenemos que encontrar formas de tener conversaciones
difíciles sobre cómo hemos llegado hasta aquí.
Sé que
esas conversaciones se llevan a cabo. Sé que muchos de los activistas las están
teniendo entre ellos, y los estudiantes, y los amigos. Pero las personas que
hablan más alto hablan con las leyes que ellos mismos crean, o con la idea de
que hay toda una maquinaria nacionalista detrás de ellos.
Tenemos
que seguir dialogando, y no sólo en la forma en que los jefes de los gobiernos
emplean para dar la apariencia de que “consiguieron esto”, mientras esperamos a
que vengan con algún tipo de solución, que probablemente significará más dinero
en los bolsillos de la gente de la parte superior que buscan nuestra licencia y
nuestro silencio para poder seguir adelante con sus proyectos de comercio,
turismo, etc.
Pero
tenemos que seguir hablando entre nosotros sin descartar al otro lado por
completo. Siempre me resulta muy doloroso recordar que muy pocos líderes
haitianos han mostrado mucho cuidado o preocupación por las personas que
trabajan en los campos de caña en la República Dominicana. Durante la dictadura
Duvalier [Francois y Jean-Claude], las personas eran capturadas por los Tonton
Macoutes [milicia de Duvalier] y prácticamente vendida a través de la frontera.
Cuando era
niño, yo conocí a muchas personas que les sucedió esto. Después de la masacre
de 1937, los extranjeros tuvieron que llamar la atención de nuestro entonces
presidente. El gobierno haitiano se mantuvo en silencio total durante semanas
después de la reciente sentencia del Tribunal Constitucional. Esa reacción nos
recordó -como si hubiera necesidad de recordárnoslo- que nuestros gobiernos,
sin importar de qué lado de la isla sean, discriminan a los pobres.
AQ: Para citar a alguien que sé que
te gusta, Oscar Wilde, en El retrato de Dorian Gray, escribe: “Las
curvas de tus labios vuelven a escribir la historia”. Así que vamos a seguir
hablando de todo.
Díaz: Todos los que quieren ver un
mejor futuro para nuestras naciones tienen que luchar contra las toxicologías
del pasado mediante la práctica de las técnicas revolucionarias simples del
contacto, la compasión y la solidaridad crítica. Y realmente tenemos que
encontrar una manera de conseguir sacar a nuestras elites de entre nosotros.
Ellas han hecho más para promover la circulación del odio y la sospecha que
nadie. Sigo imaginando lo que sería posible, si nuestras élites no estuvieran
gritando en nuestros oídos constantemente.
AQ: ¿Qué papel, en su
opinión, tienen la raza y la clase en el conflicto, pasado y presente, entre
haitianos y dominicanos?
Díaz: El antihaitianismo es una
ideología racista, ya sea practicada por Francia, EE.UU., República Dominicana
o las élites haitianas. El tema racial está en el centro mismo. Es un racismo
nacido del colonialismo, cuyo principio fundamental es que la gente “de color”
no son seres humanos. No son sólo los blancos los que acogen su lógica bestial.
Si sólo los blancos estuvieran implicados en la supremacía blanca, habría sido
mucho más fácil de extirpar, pero, por desgracia, la hidra ha injertado una
cabeza que sisea en todos nosotros.
Danticat: También tenemos una situación,
creo que en ambos lados de la isla, o tal vez realmente en todo el mundo, pero
podría parecer más pronunciada en estos dos países, donde el color de la piel
pálido es una especie de moneda, donde el color de la piel puede ser percibido
como una especie de clase por sí misma. Incluso, en la primera república negra
del mundo, aún no estamos exentos de eso.
AQ: ¿En qué aspectos ustedes que
los haitianos y los dominicanos pueden encontrar puntos en común?
Díaz: ¿No somos un pueblo africano de
la diáspora, los sobrevivientes del mayor acto de inhumanidad sostenido de este
mundo, que comparte una hermosa isla? ¿No estamos siendo lentamente destruidos
por las mismas fuerzas que el colonialismo puso en juego? ¿El hecho de que
nuestras élites gasten tanta energía para mantenernos separados no indica que
nuestra última liberación comienza con que nosotros nos unamos?
Muchos de
nosotros ya trabajan juntos, tanto en casa como en la diáspora. Un día, nos
convertiremos en la mayoría, y sospecho que en la escatología revolucionaria
del futuro, este será el primer sello cuya apertura indicará nuestra
liberación.
Danticat: No quiero sonar “kumbayesca”*
sobre esto, pero compartimos una vulnerabilidad; una vulnerabilidad ambiental
común. Ciertamente, compartimos algunas fallas desagradables. Nuestra gente a
menudo termina en los mismos barcos, en los mismos mares. Los haitianos gastan
millones de dólares en productos dominicanos, por lo que son socios
comerciales, formal e informalmente. Algunas personas comparten linajes,
sangre, una historia común.
Dos
novelistas no van a resolver este problema. Se requerirá un poco de elasticidad
real para llegar a un punto de equilibrio en el intercambio, y tal vez el
conocimiento básico de que los haitianos no están tratando de destruir a
la República Dominicana, como tampoco los dominicanos están tratando de
destruir a los Estados Unidos cuando vienen aquí. Y la parte kumbayesca, por
supuesto, es que somos más fuertes juntos que cada uno estando por su lado.
AQ: ¿Qué fue lo primero que les vino a la
mente cuando oyeron de la sentencia?
Díaz: Que el liderazgo político en el
RD está enloquecido y es cruel, sin medida. Y también que cuando se trata de la
destrucción de vidas de inmigrantes, el expresidente Leonel Fernández y el
presidente actual Danilo Medina han aprendido bien a los pies de Estados
Unidos.
Lo que
está pasando en el RD es una pesadilla en sí misma, pero debe ser entendida
como parte de un movimiento global más amplio para demonizar y marginar a los
inmigrantes -y como parte del impulso post-11/9 de EE.UU., para “reforzar las
fronteras”-, que es realmente a militarizarlas. EE.UU. ayudó a la RD a
militarizar su frontera, ayudó al RD a crear su propia patrulla fronteriza
sobre la base de un modelo estadounidense. El mundo se está muriendo lentamente
y nuestras élites están bebiendo la vida hasta el fondo del vaso; y sin
embargo, esto es en lo que nuestros políticos idiotas quieren que nos
enfoquemos.
Danticat: Recuerdo que me sentí muy
triste. Siempre existe esta sensación de ultra-vulnerabilidad cuando usted es
un inmigrante o hijo de inmigrantes. Pero es algo que esperamos que se va con
las generaciones. O disminuye. Recuerdo que pensé: “¿Qué va a hacer ahora toda
esta gente?”, Sobre todo, cuando me enteré de que la decisión era irreversible.
Pero poco después, me sentí reconfortada por la cantidad de personas que se
manifestó: la gente común, así como las organizaciones internacionales… Los
dominicanos que no son de ascendencia haitiana hablaron a favor de sus hermanos
y hermanas.
Pasé algún
tiempo con dos mujeres impresionantes activistas en Miami, Ana María Belique
Delba y Noemí Méndez, que integran una organización llamada “Reconocido”. Están
muy unidos en esta lucha. Eso también fue muy inspirador.
También
recuerdo haber echado de menos a Sonia Pierre, fundadora del Movimiento de Mujeres
Dominico-Haitiano. No dejaba de pensar: “Ella va a tener un montón de trabajo
que hacer”. Entonces recordé que ella murió de un ataque cardíaco a los 48
años, hace dos años. Esta lucha por la ciudadanía, que quedó sellada, pero que
no comenzó con esta sentencia, ha estado ocurriendo por décadas. Y le había
roto el corazón.
AQ: ¿Qué viene ahora, según su opinión?
Díaz: Afortunadamente, la
movilización contra la Sentencia ha sido fuerte y la reacción internacional
unánime negativa. (Aunque vale la pena señalar que el gobierno de [Barack]
Obama, que no es amigo de los derechos de los inmigrantes, ha sido bastante
mudo en su condena.) Me entristece decir que los políticos que organizaron esta
gran violación de los derechos humanos, está claro que no esperaban este tipo
de reacción violenta.
Pero ya
veremos cómo sigue. En este momento, el partido en el poder, el Partido de la
Liberación Dominicana, está tratando de salvar la cara, haciendo parecer como
si ellos nunca tuvieron la intención de que esto resultara un asalto contra
nuestros ciudadanos de ascendencia haitiana, sino sólo como un intento para
“regularizar” un sistema que no funciona, lo cual no es más que una mentira en
negritas. Como dije antes, vamos a ver. Vamos a seguir luchando, por supuesto.
Pero esto va a demostrar que se necesita algo más que prestar ayudar durante un
terremoto para que un país se desprenda de la metafísica del odio hacia Haití.
Danticat: Creo que probablemente seguirá
el camino de la acción individual. La gente comenzará a preguntarse si deben
gastar su dinero en un lugar donde las personas pueden ser tratadas de esta
manera en forma legal, lo cual por supuesto, da licencia para que otros actúen
en lo que dice este fallo, o lo lleven aún más lejos. Me gustaría que los intereses
comerciales, las oficinas de turismo, etc., entraran en la conversación y
fueran más francos, porque en última instancia, todo se reduce al dinero.
Cuando los bolsillos están en juego, la gente se ve forzada a actuar.
Díaz: En primer lugar, el mundo debe
preocuparse siempre, cada vez que se produce una gran violación de los derechos
humanos, en cualquier lugar del planeta. Hay una razón que se llama “derechos
humanos”: un golpe contra uno es un golpe para todos. Las injusticias paren
horrores si no se controlan, y en este momento hay suficientes horrores en el
mundo.
¿Por qué
es importante para mí? Porque la isla es mi lugar de nacimiento, y una de mis
dos casas; y si la gente como yo no combate sus injusticias, no lucha por el
mejor futuro que merecemos, ¿quién lo hará? Como dominicano que vive en EE.UU.,
a mí me importa muchísimo que las elites políticas en la República Dominicana
estén encendiendo el odio étnico-racial contra los haitianos para dividir al
pueblo y evitar que se organice en contra de sus enemigos reales, esas mismas
élites.
Los
partidarios de la sentencia la defienden con una gran cantidad galimatías de
altos vuelos, sobre necesidad burocrática, etc. Pero la realidad es que la
decisión tiene que ver con la creación de un grupo permanente de ciudadanos de
segunda clase en la República Dominicana. En cuanto al costo humano, todo lo
que uno tiene que hacer es viajar a la República Dominicana y verá el terrible
daño que este tipo de política ha causado y sigue causando.
Al nivel
estructural, conozco a personas a quienes les han quitado sus trabajos, y a
otros que son incapaces de obtener la documentación para viajar o incluso a ser
educados. Pero en un nivel más fundamental, el sentimiento antihaitiano ha
llegado a un nivel que nunca he experimentado antes. Es un desastre. Este es el
tipo de deformación creada por la hechicería política que va a necesitar mucho
trabajo y buena fe para deshacerlo.
Danticat: Tanto Junot como yo -me
corriges aquí si me equivoco- crecimos en la pobreza relativa en nuestros
respectivos lados de la isla.
Díaz: Oh sí, en la pobreza abundante.
Danticat: En nuestras vidas, incluso cuando
estábamos viviendo en la isla, también estábamos conscientes de nuestro
privilegio relativo cuando viajábamos a ver a los familiares, o el tiempo de
permanencia en el campo o las provincias rurales. Eso te hace
extraordinariamente consciente de lo que significa “oportunidad”. Y te hace
hipersensible a no ver sólo algunos, sino una serie de derechos y oportunidades
que se llevan de un solo golpe.
Uno espera
que usted siempre puede hablar. Incluso cuando la cuestión no es tan clara como
esta. Uno espera que usted diga si alguien está durmiendo en el suelo en una
celda de la inmigración en Texas, o si hay personas que están siendo torturadas
en Guantánamo, sin importar su nacionalidad. La vida de las personas está
siendo afectada aquí de una manera que toca a sus hijos y a los hijos de sus
hijos.
Incluso en
nombre de su propio interés, la gente en el poder en la República Dominicana
debe ver que ellos están creando un problema aún mayor. Ellos están tratando de
patear una roca de Sísifo en el camino para obtener beneficios políticos o como
moneda de cambio para el comercio. Tal vez estén esperando que varias
generaciones de sus ciudadanos se “auto deporte” a Haití si usted les retira su
identidad.
Pero lo
que están haciendo es crear un nivel de personas que no puede contribuir, más
allá quizá de su fuerza física limitada, a una sociedad en crecimiento. Le
quitas su capacidad de aprender, de trabajar, y también están distanciándose de
su capacidad para seguir construyendo una sociedad que ellos han ayudado a
sostener durante muchas generaciones hasta ahora.
AQ: ¿Cuál debería ser la respuesta
nacional e internacional por los individuos y los políticos? ¿Qué papel pueden
desempeñar en la promoción de este tema?
Danticat: Recientemente, los miembros del
Senado y la cámara baja Dominicana aprobaron un proyecto de ley de la
ciudadanía. Pero, al menos en este punto, parece que las personas que nunca
pudieron obtener sus certificados de nacimiento, en primer lugar, van a tener
un tiempo difícil utilizando los canales que ofrece el proyecto de ley.
Cuando la
cámara baja votó por unanimidad a favor del proyecto de ley, Juliana Deguis
Pierre, que era el demandante en el caso del Tribunal Constitucional que fue
central en la decisión, dijo a periodistas: “Espero por Dios que ellos me den
[mi ciudadanía] de nuevo a mí, por todo lo que he pasado y todo lo que he
sufrido”. Sólo para aquellos que dudan de que la sentencia tenga consecuencias
reales, Deguis no pudo viajar a EE.UU., ya que, aun con tanta atención como la
que había conseguido dada su participación en un caso histórico, no tenía los
papeles para viajar.
Imagínese
lo que es para alguien que es mucho menos visible que vive en un batey.
Una
comisión bilateral Haití / RD se ha reunido un par de veces, y en el momento en
que estamos hablando ahora, a mediados de mayo, no había dado resultados
concluyentes. El interés internacional inicial en este asunto se ha enfriado un
poco. Los ciclos de noticias son cortos y la gente se mueve con rapidez, pero
es importante no bajar la guardia.
Pudo haber
habido inicialmente una percepción de que este fallo no sería detectado. Pero
los pocos avances que hemos tenido, que el gobierno dominicano (e incluso el
haitiano) se ha visto obligado a tomar alguna acción, tiene mucho que ver con
el hecho de que las personas se han manifestado en todo el mundo, de que han
hecho llamamientos al boicot, que la gente ha escrito cartas y ha llevado el
asunto a las ondas, y que algunos grupos han cancelado sus conferencias y
llevado su dinero a otra parte.
Todo esto
ha ayudado y seguirá ayudando. Tenemos que seguir para escuchar de cerca a los
líderes sobre el terreno, a las personas que están actuando todos los días.
Estoy seguro de que no están dispuestos a descansar en el corto plazo. Y
nosotros tampoco. Luchas como este son largas y duras, y la gente tiene que
mantener sus ojos puestos en el objetivo.
Y cuando
se tiene un resultado justo, no sólo mejora la situación concreta que estamos
hablando; también es un paso adelante para las personas oprimidas en todas
partes. Es por esto que aún podemos aprender de las lecciones del movimiento de
derechos civiles en Estados Unidos y la lucha contra el apartheid en
Sudáfrica. El resultado correcto en situaciones como esta, finalmente, pueden
hacer del mundo un lugar mejor.
Díaz: Tenemos que tirar con todo lo
que podamos al gobierno dominicano para detener esta farsa. Necesitamos
protestas y cartas y correos electrónicos. La gente está hablando de un boicot
contra el país hasta que se retire la sentencia. Afortunadamente, hay un montón
de organizaciones e individuos que luchan por esto.
Uno
siempre puede llegar a ellos. En mi lado de la isla, hay un Comité de
Solidaridad con las Personas Desnacionalizadas. Está Dominicanos por Derecho y
también el MUDHA, de Sonia Pierre. En cuanto a mí, yo hago lo que puedo.
Combato a estos idiotas con todas mis fuerzas. Pero si tú eres como yo, siempre
sientes que puedes hacer más.
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