ISLARIO EN CUARENTENA
Mientras el virus desborda las predicciones de contagio en Brasil, Italia,
Ecuador y en Colombia, pero sobre todo en la potencia llamada Estados Unidos,
la mayor pregunta que podemos hacernos es si en realidad esta brutal
experiencia va a incidir en el cambio de rumbo o en el replanteamiento (ojalá
destrucción) del capitalismo salvaje, de este capitalismo global, neoliberal,
al que solo interesa el interés privado y por lo tanto la ganancia desmedida y
la concentración de la riqueza en pocas manos. Lo peor no es el virus, lo peor
es lo que nos evidencia como sociedad: la ausencia de una política coherente de
salud pública, la privatización social de los ineficaces servicios de salud y
la concentración de los poderes económicos y políticos en tan pocas manos. En
Colombia ya vimos incluso cómo la mayoría de los préstamos para el agro cayeron
en las arcas de los mayores terratenientes, cómo las ayudas para los sin
ingresos llegan a cuentagotas, cómo la pandemia está haciendo estragos en las
comunidades indígenas de Colombia y Brasil, en las comunidades negras del
Pacífico y el Caribe colombianos. En Colombia la epidemia ha desnudado la
realidad. Los que al fin de cuentas salen gananciosos son los poderosos: 8 y
medio billones de pesos han recibido los banqueros en medio de la pandemia, si
las cuentas no han aumentado, Por su parte, en el agro, los pequeños y medianos
agricultores no han sido los más beneficiados sino los agroindustriales: “Los medianos productores han recibido 710.000
millones de pesos (unos 176 millones de dólares), mientras que los pequeños,
incluidos en esta franja aquellos cuyos activos no superan los 280 salarios
mínimos, han recibido 630.000 millones (unos 156 millones de dólares), suma
considerada pequeña dentro de ese universo”, añadió la Contraloría.
De igual forma mencionó que de los 226.000 millones de pesos (56,2
millones de dólares) colocados hasta el 8 de abril para la línea especial de
crédito ColombiaAgroProduce, lanzada en respuesta a la emergencia por el
coronavirus, “213.566 millones de pesos (unos 53 millones de dólares) han ido a
grandes comercializadores y agroindustriales”. https://www.vanguardia.com/colombia/investigan-a-ministro-de-agricultura-por-escandalo-en-creditos-para-campesinos-YG2293504
Escena en Tumaco (Nariño), un municipio limítrofe con el Ecuador, se juegan la vida con la
necesidad permanente de rebuscar el diario (sin protección alguna). Aquí a la
espera de una ayuda del gobierno local.
Por su parte, en Quibdó, Chocó, al otro extremo del
Pacífico, el gobernador Ariel Palacios había solicitado el 3 de abril: Lo más urgente inicialmente para dotar a nuestro equipo
médico. Me refiero a tapabocas, guantes, máscaras, botas, gorros, los
necesitamos con urgencia. (El Tiempo, abril 3 2020.)
No han funcionado las ayudas en Bogotá, con todo el
fragor comunicativo que setiene, las estadísticas y el rigor que se le nota a
la alcaldesa Clara López, peor en un pueblo remoto de la Colombia periférica,
en el Pacífico.
EL VIEJO ADAGIO
Elizabeth Vargas Holguín
Presentamos a una estudiosa de la expresión literaria del Pacífico, Elizabeth
Vargas Holguín, oriunda de Guadalajara de Buga-Valle, Colombia.
Realizó sus estudios doctorales en la Universidad de Cambridge en el
área de Estudios literarios y ontológicos Afro-Pacíficos. Su tesis se titula _A Pacific Coast Ontology of Intensity and Process in the
Writings of Alfredo Vanín-Romero, Antonio Preciado-Bedoya, and Gregorio
Martínez_ (enlace: https://www.repository.cam.ac.uk/handle/1810/305347?show=full.
Sus más recientes publicaciones han aparecido en
el Afro-Hispanic Review Journal,
"Martán Góngora’s Breviario Negro: A Literary Palenque for Alfredo Vanín
Romero,”(Afro-Hispanic Review Journal, vol. 38 no 1 (Spring 2019)) y en el Canadian Journal of Latin American and
Caribbean Studies, “Antonio Preciado’s Neo- Negritud:
the Ecuadorian Case." (enlace:
https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/08263663.2020.1735798).
https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/08263663.2020.1735798).
El ojo no
mira pa’ dentro sino pa’ fuera: muerte por convicción o por omisión
El viejo adagio de
que el ojo no mira pa’ dentro sino pa’ fuera se hace más significativo que
nunca en un momento en que la pandemia causada por el COVID-19 se entrecruza
con la tarea ideológica de los medios privados de comunicación colombianos. Los
medios nos llevan cada vez más lejos de
nuestra realidad nacional; una realidad narcisista en que se mira para afuera sin motivar la indagación
profunda y cotidiana por parte de todos los ciudadanos. Nos dicen los medios
sobre las muertes semanales de lideresas y líderes sociales, se repiten
noticias del olvido económico y del estado de abandono de las instituciones de
salud que se revela en momentos de crisis inesperados. Es en esta coyuntura de
pronunciada inequidad en la que se habla ya por el mes de Junio de la muerte
por desnutrición de niños en el Valle del Cauca, y de la llegada de tropas
Estadounidenses, de la apertura de aeropuertos, la cual conecta a Colombia a
una red internacional de consumo de la minoría privilegiada. Es esta realidad
de bombardeos noticiosos en la que la mayoría se desconecta de la muerte étnica y cultural de los líderes del Amazonas,
cuya memoria, según explica un columnista en El Espectador, nos llevaría a poder entender el comienzo del
universo. Es que con su muerte, y la pérdida de su memoria, parece que nos
viéramos inevitablemente sumergidos en el final del mundo. Y es que mientras se
nos enseñó a hablar inglés en el colegio, jamás se nos habló del comienzo del
universo según la visión amazónica capaz de considerar el nacimiento de los
ríos y su conexión a la aparición de plantas y animales que sustentan la
existencia de la humanidad misma[1].
Es ésta Colombia en la que se habla más del pico y placa
para salir a comprar y de aviones más que de ancianos muertos y olvidados en
rincones, la que espera el reporte diario del presidente y sus ministros al
cual se remiten todas las clases con acceso a la electricidad, servicios de
cable y televisión. Es esta Colombia sumergida en la realidad de los medios y
las redes sociales la que hace que
nuestra nación se vuelva parte del espejismo de una Colombia unida al mundo
global y sus problemáticas raciales a pesar de nuestra precariedad interna. Así
pues, viajes aéreos que se podrán restablecer en los meses venideros, a pesar
de la amenaza que esto puede significar para nuestras carentes clínicas, y
viajes televisivos que nos llevan a imaginarnos una vida en el exterior,
alimentan la mente del televidente y audio escucha a diario. No obstante, ante
la epidemia, Colombia se presenta, a pesar de sus ‘clínicas de mierda’ como me lo diría uno de los intelectuales irlandeses que se pasea de
seguido por el Chocó, como uno de los mejores rincones del planeta lejos de las
columnas romanas que inspiran el paisaje urbano europeo.
Así pues, en los
medios, Colombia aparenta insertarse en las noticias internacionales. Por
inserción, como es de esperarse, se entiende la repetición de noticias Estadounidense
y no, por ejemplo, una discusión del artista de África occidental y
descendiente del griot[2]
Mory Kante quien falleció el pasado 22 de mayo de 2020. Su fallecimiento no se insertó
en las noticas nacionales a pesar de que el griot africano sobrevive en nuestro
país en la talla de poetas del Pacífico colombiano como Alfredo Vanín Romero. Sí
ha sido de interés para los canales privados y las redes sociales la el sufrimiento
causado por la rodilla de un policía estadounidense al cuello de un hombre en
la ciudad de Mineápolis, Minesota. Este hombre, al igual que los colombianos desprotegidos del Pacífico Afro
se quedó sin cómo respirar el pasado 25 de mayo de 2020. Es este selectivo mirar para fuera, hacia la
experiencia de George Floyd, la cual debe de servirnos como un puente que no
nos aleje de la situación precaria de
salud del Valle, de Nariño y del Choco
Afros, del Amazonas, y de las
comunidades de la guajira. Es la experiencia de este hombre Afro-descendiente,
en los Estados Unidos, la que nos puede
ayudar a entender, al modo de la parte que habla por el todo, del todo de
nuestra coyuntura racial nacional Colombiana. Es en este momento de crisis en
el que se debe de cuestionar, a través de los hechos, el final de la esclavitud.
En el 2020, nos
reporta radio nacional de Colombia que el Chocó, a principios de Junio, cuenta
con 20 unidades de cuidados intensivos para un área que según el DANE tiene una
población de cerca de 600.000 habitantes. Aunque no se habla de racismo
sistemático e institucionalizado que se manifiesta a través de las condiciones
precarias de la infraestructura de salud y carencia de servicios públicos dignos, incluyendo
ahora el internet, los medios también nos hablan de los jóvenes del Baudó
medio, en el Chocó, que, introducidos a la educación virtual debido a la
pandemia, deben de caminar por áreas húmedas y resbaladizas para poder llegar a
la antena más cercana que les permita conectarse al internet. Es en este ambiente en el que jóvenes, niños
de primaria[3] y hasta
estudiantes universitarios afro-descendientes re-aparecen, como se dice ahora
en los medios, re-inventados en el comercial promocional de Karen Abudinen,
nueva ministra de las TIC.[4]
Y es que como a
Floyd, al Chocó, y otros territorios de gran presencia Afro como el puerto de
Buenaventura, en el Pacífico, le ha faltado el aire desde sus comienzos a pesar
de la frescura del océano y la naturaleza circundante. A través de la historia
se ha obviado no sólo su importancia histórica en el arribo y transporte de
esclavos, sino también su papel central
en la entrada de equipos para la producción de azúcar de caña que ha sostenido
a una minoría rica que monopoliza la economía rural. Hoy por hoy, hablar de Buenaventura
significa reconocer que le entraban a Colombia ya por el año 2011, gracias al
puerto, cerca de 2.9 billones de pesos. [5]
Por ende, se vuelve indignante que lleguen, según el ministro de salud, en el
2020, 30 máquinas[6] para
cuidados intensivos dispuestas a un espacio en el que se encuentran infectadas
cerca de 700 personas. Esta realidad de inequidad que define no la pobreza sino
el empobrecimiento premeditado en lugares como Buenaventura. Esta realidad de
empobrecimiento premeditado o institucional también nos hace pensar sobre Tumaco
en Nariño. Allí, a mediados de Mayo, no se contaba con áreas de cuidados
intensivos.[7] A
principio de Junio, el exfutbolista Victor Bonilla, a través del medio
noticioso local Telepacífico Noticias, en su sección deportiva, hace un llamado
al vecino Valle del Cauca para que sepan sobre el estado crítico del hospital y
sus pacientes. El personal médico no se escapa
de esta realidad al ser obligado a atender a pacientes del Hospital San
Andrés de Tumaco a pesar de sufrir los síntomas del Covid. [8]
Le hace eco a esta realidad la situación de Quibdó. En la capital del Chocó se
esperan con ansiedad 72 máquinas de cuidados intensivos para una población
afectada que a finales de Mayo contaba con menos de 30 camas[9]
dedicadas a esta especialidad.
Estos datos están pues encubiertos de una ironía de
magnitudes despóticas si pensamos en la riqueza de una región Afro que a pesar
de haber enriquecido los grandes imperios europeos en la época colonial, y facilitado
el comienzo del capitalismo, padece a causa de la institucionalización del
racismo y la inequidad. Éstos se manifiestan, sintomáticamente no con las
golpiza de un miembro de la policía sino
con la falta de aire para respirar experimentado por siglos por los habitantes
de la región. Es así pues que la muerte
de Floyd, su propia y doloroso ahogo, nos obliga a mirar para adentro de
nuestra nación y para nuestras orillas costeras en el Pacífico. Claramente, son éstas, nuestras regiones
sofocadas por un colonialismo interno de siglos, aunque los medios narcisistas,
y su falta de reflexión, nos hagan pensar que la muerte de un hombre afro-descendiente,
a manos de policías, es un problema de afuera. A este problema nos unimos como
espectadores empáticos mientras más nos alejamos de nuestra propia realidad de
burocracias que institucionalizan la muerte del mundo afro-Pacífico, sino por
convicción, por omisión.
https://www.elespectador.com/coronavirus/cuando-muere-un-anciano-o-anciana-en-las-comunidades-indigenas-articulo-919804
[3] https://deporticos.co.cr/estudiantes-de-chocoanos-exigen-mejores-condiciones-para-estudiar-otras-ciudades-colombia/
Afro-descendiente en los Estados
Unidos a manos de la fuerza policial.
[4] https://www.mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/Noticias/135814:Karen-Abudinen-nueva-ministra-de-las-TIC
[5]https://www.inviertaencolombia.com.co/images/Brochure_Buenaventura_Versi%C3%B3n_WEB.PDF
[6] https://www.elpais.com.co/valle/minsalud-valoro-situacion-del-covid-19-y-entrego-30-ventiladores-en-buenaventura.html
[7] https://www.eltiempo.com/colombia/cali/en-tumaco-narino-no-hay-unidad-de-cuidados-intensivos-paciente-con-covid-19-van-a-pasto-496350
LA VIEJA
CARA DEL RACISMO
Estados Unidos
hierve. Los recientes acontecimientos que ponen de presente el salvaje racismo
estructural de USA generaron una de las más fuertes protestas de esta historia.
Racismo que ya no se disimula en la poca importancia –y peor: en las medidas
que toma en contra de la protesta, como la de militarizar las ciudades- que un
presidente le otorga a un crimen tan grave como innecesario de un policía a un
hombre negro por la presunción de un delito. La muerte de George Floyd fue un
detonante de mayor fuerza: el pésimo presidente elegido por Estados Unidos no
ha disimulado en ningún momento su odio racial hacia latinoamericanos y negros
de su propio país. Sin embargo, el cerco de protestas e informativo desatado en
el país y en otros lugares del mundo, revela el avance y el repudio contra la
discriminación. No se acabará el racismo ya, pero avanzamos.
Igual debemos decir de Colombia, nuestro grave país,
donde acaba de morir el joven Anderson Arboleda, luego de ser golpeado brutalmente por la
Policía, de acuerdo con la versión de sus familiares. Sin embargo, apenas
empieza a tener eco el suceso, en un país donde el racismo es también
estructural, con otros matices, pero igual de bárbaro y eficaz contra una
población que le ha producido riqueza al país y al mundo desde que empezó la
esclavización de sus pueblos.
Una nota del portal Las dos Orillas refiere la historia
laboral de un joven afrocolombiano en manos del racismo laboral que campea en
nuestro país, un país que a la par con la corrupción en todos los niveles
estatales, tampoco se entiende de la dura situación de sus pueblos indígenas y
negros. La élite preferiría verlos desaparecer, pero no será fácil.
Bien lo afirma el director de cine Spike Lee: “El racismo
ya era una pandemia global antes que el coronavirus”. Y lo corrobora de manera
fundamentada Sami Naïr en una nota:
La memoria de estas
oposiciones étnicas y culturales fundadoras se ha sedimentado en todas las
vertientes del sistema social global norteamericano, en las instituciones, así
como en el modo de vida diario.
El asesinato de George Floyd, como de otras tantas
víctimas negras que le precedieron, es, en este sentido, desgraciadamente
banal, no constituye algo nuevo dentro de una sociedad todavía encarcelada en
sus prejuicios y, en cierta forma, en la inhumanidad inherente a su modelo
constitutivo originario. Es una sociedad, a los ojos de los blancos —no de
todos, felizmente—, hecha para y por los blancos.
Cambiar esta mirada
necesita una revolución mental. Una ardua tarea que cabe confiar a la
persistencia de los ciudadanos ilustrados de todos los “orígenes”.
El País, España, 3 junio 2020
Anderson
Arboleda fue brutalmente golpeado por un agente de la Policiía y murió dos días
después en en Puerto Tejada (Cauca,
Colombia), según las denuncias de sus familiares. La policía lo niega. La
verdad está escondida en alguna parte y debe continuar la lucha por hacerla
visible.
Rematamos con esta historia de racismo laboral en
Colombia, que se ha prolongado ya por varios años y que nos confirma que el
racismo no se vencerá solo con las redes sociales, sino con una acción a largo plazo y decidida de todos
nosotros, contra el racismo pero en gran escala contra las causas centradas en
una economía local y mundial basada en la desigualdad y el avasallamiento.
Este plantea tiene que preparar la
salida de esta pandemia bajo nuevas opciones, lejos de las desnaturalizadas
propuestas contra las llamadas minorías, lejos del capitalismo salvaje que nos ahogará a todos.
Me llegó pero en una modalidad dfificl de leer, no soy mileenians, pero intentaré mejorar el texo y hacerlo legible para mí
ResponderEliminarGracias Poeta,abrazo inmenso
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