lunes, 30 de marzo de 2020


ISLARIO DEL SUR ESTÁ DE VUELTA

      Luego de tres años de silencio, Islario del Sur vuelve a navegar por este medio. Fueron tres años en los que este país siguió su rumbo de destrucción social, de concentración del poder económico y político y el aniquilamiento contra las expresiones sociales y los espacios de protesta que todavía enaltecen al pueblo colombiano, en medio del asesinato de líderes y lideresas sociales que ostentan el único delito de luchar por  los derechos comunitarios, por sus territorios y por una vida digna en sus comunidades.  
      Colombia eligió un presidente que cada vez más aumenta su condición de gobierno en entredicho, dadas todas las evidencias de corrupción, tráfico de votos y de nombramientos. Cada día, nuestra República se hunde más en su ilegitimidad, especialmente para los millones de hombres y mujeres que viven en la pobreza total, mientras se concentra la riqueza en pocas manos. Y para colmo, obedeciendo al emperador del norte, declara una guerra política y mediática al gobierno de Venezuela.
     Y por si fuera poco, apareció una pandemia que tiene sus orígenes sin esclarecer aún, pero que arroja demasiadas sospechas. Pudo tratarse de una creación de laboratorio, o pudo ser una mutación.  Pero esta pandemia, este “virus chino” como miserablemente lo llama el presidente Trump,  se ha vuelto en contra de los más desarrollados, y los agarró con los calzones abajo.
    Los dirigentes de los estados nacionales mostraron su verdadera cara. Trump: una máquina de negocios que solo se interesa en la “economía” y el poder de la nación gringa, por encima de la vida de sus compatriotas. España e Italia, dos países que viven absortos con su gran turismo y no creyeron en la amenaza “de ese virus chino”.  Cuba, la solidaridad sin límites de un pueblo acorralado por las sanciones imperiales; Putin, el pragmatismo en persona, pero solidario también con una Europa que tiene la lejana memoria de la peste bubónica y muy cercana la gripa que sepultó miles de ciudadanos españoles.

Diario de la Peste
Marzo 29 de 2020
Estas son las cifras del efecto del coronavirus en Colombia, cotejando varias fuentes:

·         702 contagiados
·         10 muertos
·         10 recuperados

El ELN decreta cese unilateral al fuego, pero solicita al gobierno cesar también elfuegoy coordinar como la Comisión de paz ubicada en La Habana.

Marzo 30 de 2020

·         El Congreso Nacional de Colombia sigue en ascuas. Se convocó a sesiones virtuales, pero hay voces en contra, especialmente del senador Jorge Robledo.
·         A la fecha, el gobierno nacional ha reconocido la disminución de delitos como el atraco,  el homicidio y  la violencia sexual. Aumentaron los delitos informáticos.

Frente a esta avalancha de sucesos genrada por el coronavirus, con los medios masivos y las redes sociales inundados de información verdadera, falsa o sospechosa, cada mandatario o empresario en Colombia mostró su verdadera cara:
·         Duque, el Presidente, parece tener los discursos preparados para cada momento, como si fueran una lección de estudiante juicioso, pero sin emociones; lo de él  un discurso de corrido, pero insustancial, sin conexión ni diálogo con su pueblo. Sus intervenciones con el equipo de gobierno en busca de proteger del contagio a la población colombiana, se vieron desmentidas por el decreto 444 que en resumen sustrae  17 billones de pesos a las alcaldías y gobernaciones para ser “donados a los pobres” pero manejados por los grandes grupos bancarios.
·         Sarmiento Angulo no defraudó a sus críticos: pidió tres días de trabajo de Semana Santa a sus periodistas para ser donados a no sabemos quiénes.
·         La alcaldesa de Bogotá mostró temple y acertó en mucho, aun en medio de las contradicciones con el gobierno central. Corrigió cuando fue necesario, siempre atenta a la ciudadanía.
·         Petro: siempre en primera fila, al frente de cada acontecimiento. Un elogio al presidente Duque cayó mal en sus propias filas.
·         Uribe,  con su habitual pragmatismo, propio de la derecha más mezquina: que se haga cuarentena pero no se detenga la economía.
·         Los migrantes venezolanos: presos de los rumores por ayuda, cercaron los espacios físicos del poder para exigir apoyo.
·         El pueblo colombiano: entre el miedo, la apatía y el desorden.
En las comarcas internacionales, los sucesos no se dan abasto:
·         El Papa dio una larga oración frente la gran Plaza en la que tuvo  como tema central la parábola de los pescadores temerosos, pese a llevar a su maestro a bordo, según el Evangelio de Mateo.
·         Donald Trump agitó su melena y sus ojos de mandarín impenetrable: El pueblo debe volver a trabajar porque la economía debe seguir creciendo.
·         El pueblo cubano, solidario como siempre. Sin importar a dónde, sus médicos se desplazaron por diferentes lugares a prestar un servicio humanitario.

Política y desobediencia

Sin embargo, criticar las desobediencias tumultuosas a la solicitud  de aislamiento voluntario (o de cuarentena obligatoria), las peticiones de recursos de los trabajadores informales que deben producir día a día y las aglomeraciones en los puntos de abastecimiento de entrega de ayudas  no deben ser atribuidas a un carácter nocivo de los colombianos.
Nuestras ciudades son así en gran parte porque crecieron en los últimos ochenta años bajo el terror de los desplazamientos del campo a los conglomerados urbanos de los años cincuenta. Nuestras ciudades –grandes y pequeñas-  son el producto de un feroz y encarnizado cerco armado que comenzó desde el momento en que los españoles entraron al territorio, desterritorializaron a los indígenas sobrevivientes y  transterraron de África a América a más de cuarenta millones de hombres y mujeres, quienes aparte de sufrir la esclavización y con ella entregar un aporte enorme a la construcción de la riqueza del país y del mundo, sufren ahora la marginalidad y el racismo. Luego vino la guerra de independencia de España que generó tantos muertos como desplazados de un lugar a otro. Las guerras civiles y  por último la gran Violencia que comenzó en los años cuarenta del pasado siglo, se profundizó con el asesinato de Gaitán y generó el grave desplazamiento de campesinos a las ciudades que empezaron a crecer sin control, para luego dar paso a  la guerra desatada por los paramilitares contra los milicianos, con apoyo del Estado, y se hizo más cruenta y profunda la guerra contra los civiles que debieron  abandonar por millares sus territorios e inundaron las ciudades, tanto que el uno por ciento de las familias de este país concentra en sus manos casi el 90 por ciento de las tierras fértiles... Nuestro país nació y se desarrolló en medio de inmensas fracturas e injusticias sociales y concentraciones del poder económico y político que lo convierten en ingorbernado e ingobernable. El mismo liberalismo, que fue una promesa de justicia social desde el siglo XIX, naufragó en las mermeladas del poder y la corrupción.
Estamos de acuerdo en que se acate la imperiosa necesidad de cuarentena. Pero nuestra indisciplina y nuestra proclividad a la violación de las leyes no provienen del azar. Nuestras ciudades crecieron sin orden, sin planificación, sin liderazgo oficial, sin solidaridad  ciudadana, con una cada vez más profunda división de clases, sin seguridad para la supervivencia de los más pobres, salvo los casos heroicos de barrios creados en las ciudades con el objetivo único de vivir con algo de decencia, en medio de la avaricia de los negociantes urbanizadores. Además, qué conducta puede imitarse por parte de los ciudadanos en un país con dirigentes inmorales, aferrados solo a la rapiña del erario público, de la sujeción del poder a cualquier precio, convirtiendo a menudo la política en un trabajo de mafias insensibles y asesinas.
. Dos homenajes al poeta del mar 

Dos homenajes al poeta guapireño Helcías Martán Góngora: uno en la Biblioteca Departamental de Cali, y otro en el Salón de los Espejos, de la Gobernación del Cauca, con motivo del primer centenario del nacimiento de quien fuera llamado “El poeta del mar”, nacido el 27 de febrero del año 1920 en Guapi, en una casa que miraba hacia el río, donde sus padres  manejaban los  negocios de compra de oro, tiendas de abarrotes y cabotaje.




El 27 de febrero de este año nos dimos cita en la Biblioteca Departamental de Cali, convocados por la Fundación de Escritores del Pacífico (Fuespacol) para hablar del poeta Helcías, de su obra y de su vida, de su sapiencia y de su humor fino y desbordante, de su temprana adhesión a las corrientes históricas de vanguardia que circulaban por el mundo y Colombia, entre ellas el Negrismo como una toma de conciencia y acción de intelectuales negros de África, del Caribe y del Pacífico colombianos. Por algo fue uno de los fundadores de la revista Vanguardia, que se editaba en Guapi (Cauca), un pueblo donde se entretejían los idiomas.
Y el Salón de los Espejos (un hermoso nombre que envidiaría El Quijote) de la Gobernación del Cauca fue el escenario de un nuevo homenaje, convocado por el gobernador afro Elías Larrahondo y la coordinadora de Cultura, Enelia Salinas Chivatá, con presencia del rector de la Universidad del Cauca, José Luis Diago Franco, y los profesores Elizabeth Castillo y José A, Caicedo del Centro de Memoria Intercultural de la Unicauca. Un evento maravilloso en donde poetas y gestores culturales expresamos nuestra memoria del poeta Martán, donde los directivos puntualizaron la necesidad de honrar la memoria de nuestros escritores y que la cultura sea una aliada en la lucha por la pacificación de nuestro país y en especial de nuestras comunidades caucanas azotas por el recrudecimiento de la violencia.

Profecía no escrita

Nuestro país se aleja cada vez más de la propuesta de país que surgió en su independencia y del que a finales del siglo XIX intentó refundar el liberalismo. Al menos construir un país con una verdadera opción popular, donde si al menos no gobernaba “el pueblo”, al menos se tenían oportunidades más cercanas a la dignidad, como el respeto a sus derechos y la satisfacción de sus necesidades básicas.
 Una de las tareas que tendrá el país entero, si es que sobrevivimos a la peste, es la de rescatar el país de las plagas eternas de la corrupción, el narcotráfico y la violencia contra los sectores sociales, étnicos y de género. Y que las necesidades básicas sean resueltas, que cese la acumulación atrabiliaria de la riqueza en pocas manos que margina y degrada  a millones de hombres y mujeres.

El poema de nuestra semana
Carta del incierto

(A Dilan, allá, donde ahora vuelas)

No por incierto como todos,
dejaré de escribir esta carta
que habla de ausencias y de amores,
siempre habrá un ausente en mi pellejo,
un ausente que convive con mis pasos lentamente.
Hablo de ese río de ausentes donde navegan
a toda vela los sueños del incierto.

Sé que estoy en mi país,
en mi país, en donde alguien decide arreglar
sus pequeños asuntos
ante la insegura perspectiva del regreso.
En mi país, que huye de sí mismo
como un desatado tifón en plena noche.

No por incierto como todos,
dejaré de escribir esta carta
que habla de ausencias y de amores.
Hablo de un lugar cuyos inciertos habitantes
podemos desaparecer definitiva o temporalmente,
hasta ser encontrados en el borde del camino
en el abismo de una zanja.

Sé que estoy en mi país,
en mi país, en donde alguien decide arreglar
sus pequeños asuntos
ante la insegura perspectiva del regreso.
En mi país, que huye de sí mismo
como un desatado tifón en plena noche.


El otro país, el oscuro,
no está matando la alegría,
no está matando a los que sueñan,
a los hombres que dan voz al limpio viento.
La paz es sólo una palabra en los arrugados
papeles
que arrojan en letrinas los disfrazados
querellantes.
La voz del gran mudo, nada dice. Ella espera
instrucciones
Y una ebria nación navega sosteniendo la rota
bandera de la paz,
la bandera blanca sobre lagos de sangre.

No por incierto como todos,
dejaré de escribir esta carta
que habla de ausencias y amores.
Llegado el momento de tener
más amigos en las tumbas que en los bares,
me hago hermano del hermano de los muertos,
enamorado de los que aman el amor de los vivientes.

Juan Manuel Roca


Microrrelato para después de la pandemia del virus coronado:

Cuando Colombia despertó, Uribe todavía estaba allí.

Textos de la semana:
No es un asunto de limosnas

Coronavirus, las prioridades del gobierno: ¿La bolsa o la vida?
Víctor de Correa Lugo




3 comentarios:

  1. Gracias poeta por ofrecernos estas pildoras de información y reflexión desde distintos ángulos y con un norte seguro, como el de las rutas del rey pandales
    Un abrazo

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  2. Muy interesante el análisis de los temas tratados. Un excelente espacio para la difusión del pensamiento crítico que tanto hace falta, ante el monopolio de los medios de comunicación al servicio de los intereses económicos y políticos.

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